@admin y @javierreloj
“When you’re racing, it’s life. Anything that happens before or after is just waiting”.
Con estas palabras tan significativas, Michael Delaney, “alter ego” de Steve McQueen, parecía querer concentrar todo el mensaje del film que nos va a ocupar en la entrada de hoy. Como ya habréis adivinado, se trata de la película Le Mans, protagonizada y producida por Steve McQueen, que supuso un verdadero hito frente a los anteriores films dedicados al mundo de la competición automovilística. También trataremos de ver la relación que tuvo Heuer con esta película y cómo con el tiempo ha convertido a unos de sus modelos cronográficos, el Monaco, en uno de los mayores y más reconocibles iconos de la relojería moderna.
A finales de los años 60, Steve McQueen se encontraba en la cumbre de su carrera. Títulos como “Los Siete Magníficos“, “La Gran Evasión” o “Bullit” lo habían lanzado al estrellato de Hollywood. Esta condición de artista consagrado le permitió hacerse con un cargo de productor ejecutivo en la compañía Solar Productions, de la que era también parte de la propiedad. McQueen tenía ahora el poder de actuar y producir las películas que más le interesasen y fue por ello que concibió el proyecto de crear un film que narrase todos los entresijos y las pasiones que rodeaban el mundo de los coches de carreras y las grandes competiciones automovilísticas (no hay que olvidar que el actor era un gran aficionado al motor y que compitió en pruebas automovilísticas deportivas). Había nacido el proyecto Le Mans.
La película contó con un presupuesto inicial de seis millones de dólares y se rodó íntegramente en el mítico circuito de Le Mans, ya que se basaba en la que quizás fuese la más exigente prueba automovilística del momento: las 24h de Le Mans.
McQueen, fiel al mundo que quería representar en el celuloide, se volvió terriblemente exigente en su producción y realización. El actor deseaba que el film fuese un testimonio verídico y no una pantomima hollywoodense; quería impregnarlo según sus propias palabras de “autenticidad”. Su intención era alejarse del formato de la taquillera “Grand Prix” de John Frankenheimer o la dramática “Winning” protagonizada por Paul Newman. Prueba de ello es que utilizó a todo un elenco de pilotos de competición para rodar las escenas y él mismo protagonizó muchas tomas sin doblaje, conduciendo su Porsche 917 a más de 350 Km/h.
Sólo unas semanas antes de empezar a rodar y para entender un poco mejor el compromiso de McQueen con la película, este se inscribió junto a Peter Revson a la conocida carrera de las 12h de Sebring con el equipo “Solar Productions” a bordo de un Porsche 908/2 con el dorsal 48. Esta carrera debía servirle para sentirse más si cabe como un verdadero “piloto automovilístico”. McQueen disputó la competición lesionado, con una pierna escayolada debido a un accidente previo que tuvo en una carrera de motocross. Se le adaptaron los pedales del coche e incluso se le puso papel de lija en la escayola del pie para que no resbalase sobre ellos. Contra todo pronóstico, no sólo consiguió finalizar la carrera, sino que terminó en un más que meritorio segundo puesto a menos de 20 segundos del Ferrari pilotado por Mario Andretti.
Este nivel de exigencia que se impuso el actor consigo mismo, resultó ser un verdadero quebradero de cabeza para todo el equipo y para la película. El primer contratiempo surgió cuando la productora y la cinematográfica (Cinema Center films) se negaron en rotundo a que McQueen se inscribiera para disputar las 24h de Le Mans. En efecto, la intención del actor era competir y que se grabara por completo toda la carrera, para después aprovechar el mejor metraje para la película. Como es evidente, el peligro real de tener un accidente era demasiado elevado y podía llevarse al traste todo el proyecto. Sin embargo, sí que se grabó enteramente la carrera con una novedosa técnica de filmación (incorporando cámaras en diferentes ángulos sobre el mismo Porsche que McQueen utilizó en Sebring) y que a su vez tenía que circular en ocasiones a la misma velocidad que los coches que competían. Esta misma técnica se utilizó para rodar las tomas de la propia película.
Una vez filmada la carrera, el equipo se puso en marcha y empezó a grabar sus propias tomas, aunque el rodaje se hizo realmente complicado. La falta de un guion establecido impulsó a que McQueen tomase en exceso el control sobre la película. Se rodaban sin descanso multitud de escenas en el circuito a velocidades de vértigo. Él estaba dispuesto a enseñar toda la realidad del mundo de la competición de la manera más auténtica posible, es decir: enseñar las pasiones y sentimientos que comportaba pilotar y sus peligros (donde un descuido te podía costar la vida).
Para ello contó con un nutrido grupo de pilotos que se encargaron de plasmar la velocidad, así como de aconsejarle a la hora de realizar las tomas. Entre ellos podríamos citar a Derek Bell, que con el tiempo resultaría vencedor de las 24 h de Le Mans en cinco ocasiones. Porsche prestó para el rodaje su increíble 917 LH con la condición de que sólo lo pilotase su piloto oficial Herbert Linge, mientras que los Ferrari 512 fueron suministrados por el importador de la marca en Bélgica ya que Enzo Ferrari se negó a prestar los coches oficiales de competición al enterarse de que en la película quedaban por detrás de los Porsche.
O a Jo Siffert, que fue nuestro protagonista en esta entrada y que malogradamente falleció en un accidente al poco tiempo de rodar la película, en el circuito de Silverstone.
Los detalles de la producción se cuidaban al milímetro (desde el attrezzo, hasta los más mínimos complementos que llevaban los actores). Entre estos complementos hay que citar los relojes que utilizaron los protagonistas y pilotos en la película. Entre ellos, hay que destacar los modelos de Heuer. La marca Heuer era en aquel momento una de las más punteras dentro del circuito de carreras, tal como hemos podido ver en los diferentes artículos que le hemos dedicado. Por ello, no es de extrañar que Don Nunley (el “property master” de la película) se pusiera en contacto con Jack Heuer (quizás tras la mediación de Jo Siffert) para ver si estaba interesado en promocionar sus productos en el film. Evidentemente, Jack no se negó a tan interesante proposición.
Entre los productos que Jack Heuer quiso promocionar en la película se encontraban parches de ropa, cronógrafos de mano, dashboards, temporizadores y cómo no, los relativamente novedosos cronógrafos de pulsera automáticos que Heuer había lanzado solo un año atrás.
Entre los cronógrafos de pulsera se presentaron las referencias Autavia 1163 T (más conocido como el “Autavia Siffert”) y el nuevo modelo al que Jack Heuer había dotado de todo lo necesario para que se convirtiese en un éxito de ventas: el Monaco Ref. 1133 B, al que le dedicamos en exclusiva nuestra anterior entrada y donde lo pudimos ver en profundidad.
Si bien Nunley parecía haber llegado a un acuerdo o realmente sentía preferencia por Heuer (cabe recordar que Heuer era patrocinador oficial en la F1), la última elección aún no estaba tomada. Así que se le enseñaron a McQueen varios modelos de relojes de hasta cinco diferentes marcas como: Tissot, Omega, Bulova, Rolex y la mencionada Heuer. Parece ser que al principio McQueen se decantó por un Omega (quizás el Mark II Racing) pero lo descartó pensando que la marca usaría su imagen en beneficio propio.
Acertadamente, Nunley le sugirió que, ya que llevaba un parche de Heuer en el mono de conducción, eligiese entre los modelos de esa marca y es así como el actor finalmente prefirió el más llamativo y diferente de todos, el Monaco. Esta historia está recogida en el libro autobiográfico que escribió el propio Nunley sobre la película “Le Mans in the Rearview Mirror“. Con el tiempo, la imagen de Steve McQueen con el Monaco en su muñeca se convertirá en todo un icono para los amantes de los “Racing Watches“.
Al margen de todo esto, la realización de la película se convirtió en una auténtica pesadilla para el equipo. El director original, John Sturges, abandonó la misma cansado de la actitud de McQueen, que continuamente interfería en su trabajo. El guion tampoco avanzaba ya que ninguno de los presentados parecía gustarle al actor. En sus momentos de ocio, McQueen se comportaba salvajemente, llegando a sufrir un “inoportuno” accidente junto a la actriz protagonista Elga Andersen que se intentó ocultar al resto del equipo. Su esposa, Neile Adams, a la que McQueen estaba muy unida, le abandonó cansada de sus problemas personales e infidelidades. Tampoco debió ayudar al actor el verse involucrado en el terrible asesinato de Sharon Tate, perpetrado por los seguidores de Charles Manson durante una cena a la que debía asistir, junto al hecho de encontrar su nombre en una lista como posible objetivo de la secta.
Pero la gota que colmó el vaso fue el terrible accidente que sufrió el piloto británico David Piper a bordo de un Porsche 917 durante unas tomas. Debido al mismo se le tuvo que amputar una pierna. Este hecho conmocionó en gran manera a McQueen, que conocía bien y valoraba por encima de todo el riesgo que comportaba ser un piloto de carreras profesional.
En este estado de las cosas, la propiedad de la película se reunió con McQueen y le expidió un documento que obligaba al actor a que no fuese más allá de sus funciones interpretativas, apartándolo definitivamente de la producción. La película, que contaba ya con un retraso de varios meses y 1,7 millones de dólares de presupuesto añadido, debía terminarse. Además, se le impuso un guion de tintes dramáticos. McQueen en cierta manera lo había perdido todo: su mujer, el control de la película, una considerable suma económica y la seguridad en sí mismo. Por encima de todo, en cierto modo se sentía responsable del terrible accidente de Piper.
La película, demasiado real y poco efectista, resultó ser un verdadero fracaso comercial que llevó a Solar Productions a la quiebra. Al finalizar el rodaje de la misma, McQueen se retiró, por así decirlo, del mundo de la competición automovilística y de su esfera, como si estuviese agotado o porque simplemente quería “pasar página”.
¿Pero qué fue de los relojes de Heuer que se utilizaron en la película?
Al parecer Jack Heuer hizo entrega a Don Nunley de seis ejemplares del Monaco para la película. Dos de ellos eran para el actor (uno serviría exclusivamente para las tomas fijas). Heuer estaba entusiasmado con el proyecto; las ventas del Monaco no acababan de despegar y tenía grandes esperanzas con la gran publicidad que le otorgaría que Steve McQueen (“The King of Cool”) lo llevase en su largometraje. Sin embargo, al igual que este último, el Monaco era demasiado “auténtico”, diferente y “poco comercial”.
Malogradamente, la iniciativa de Jack Heuer también resultó ser un fracaso. A lo largo del tiempo, de los seis modelos entregados, uno “desapareció”, mientras que los cinco restantes fueron regalados o más tarde vendidos en subastas. Uno de estos ejemplares (que utilizó McQueen en el film) fue regalado por el propio actor a su mecánico personal, Haig Alltounian, en agradecimiento a “que le salvara la vida durante estos seis meses”. Este ejemplar se subastó en el evento Phillips Racing Pulse 2020, alcanzando un precio final de 2,2 millones de dólares, la mayor cifra jamás pagada por un reloj Heuer.
Ironías del destino, la película se convertiría con los años (al igual que el reloj) en objeto de culto, amada por multitud de cinéfilos o críticos, erigiéndose en un referente indispensable dentro del mundo de los films sobre las competiciones automovilísticas. Los dos, posiblemente, se adelantaron a su tiempo.
No me gustaría terminar esta entrada sin citar textualmente el imperecedero mensaje central de la misma, con el que empezamos este itinerario.
Lisa Belgetti: “When people risk their lives, shouldn’t it be for something very important? “
Michael Delaney: “Well, it better be.”
Lisa Belgetti: “But what is so important about driving faster than anyone else? “
Michael Delaney: “Lotta people go through life doing things badly. Racing’s important to men who do it well. When you’re racing, it’s life. Anything that happens before or after is just waiting.”
Michael Delaney: “This isn’t just a thousand to one shot. This is a professional bloodsport. And it can happen to you. And then it can happen to you again.”
Gracias Miquel por este artículo. Como siempre muy buen documentado.
Un placer escribir los dos juntos toda esta saga de racing.
Para los lectores no penséis que esto se ha acabado. Volvernos, solo nos tomamos un pequeño descanso jajaja. Si alguno de vosotros echa de menos alguna marca racing estaríamos muy agradecidos que nos lo hicierais saber para investigarlo.
Gracias a todos
Muchas gracias a ti Javier, por toda la dedicación que le pones. No va a ser muy corto el paréntesis 🙂
Muy interesante. 😉