@spitfiremkii
Hoy me he levantado tarde. El día no acompañaba. Alerta roja por temporal. Una tal Gloria nos prometía días de frío y lluvia.
Mientras removía las brasas del hogar e intentaba resucitar un fuego casi extinto, me ha dado por pensar. Frases inconexas, líneas paralelas sin denominador común. Es lo que tiene la melancolía del invierno.
Me he dado cuenta de que hoy hacía casi un mes que no llovía, veintinueve días para ser exactos.
De que hacía casi un mes que no escribía. No debía tener ganas.
También se notaba que los niños no estaban en casa y el silencio imperaba.
Mientras sorbía una taza de fuerte expreso y contemplaba las llamas crepitar, estos pensamientos me han hecho reflexionar en como había llegado aquí.
Evidentemente no hablo del origen del universo ni del sentido de la vida, o bueno tal vez sí. Relojilmente hablando.
Hoy hacía más o menos unos nueve años que empecé, seriamente, con este afición.
Así que, sentado delante del fuego, he cogido papel y pluma he empezado a redactar estas líneas, para luego teclearlas furiosamente.
¿Por qué hace nueve años? Intentaré explicaros el sentido de esta fecha.
Germen
Tengo la impresión de que siempre me han atraído las máquinas y en especial los relojes. No sé si por eso he acabado siendo ingeniero, o al tener vocación de ingeniero me atraían las máquinas.
La verdad es que siempre me han gustado los relojes, conservo gratos recuerdos de mi infancia en las que aparecen o son protagonistas.
El reloj de carrillón de mis abuelos, con sus fases lunares, los cuartos, las medias y las horas en punto. O el de Moretz en la casa pairal.
El reloj de pared en la casa de veraneo. El inicio de temporada quedaba marcado cuando mi abuelo Jaime retiraba la sábana que cubría el reloj de pared, le daba cuerda y lo ponía en hora.
Desde que falleció permanece parado, tal mudo testigo de nuestra levedad.
Los relojes japoneses que mis padres traían de sus viajes. Nombres exóticos. Citizen, Orient, SEIKO. De lugares tan exóticos como Andorra. Relojes encargados por algún pariente o amigo. Alguno de los cuales he recuperado y conservo actualmente.
El Longines del abuelo. El Omega de mi padre, que sólo se ponía en fiestas de guardar y eventos sociales. Hasta que se convirtió en viejo. Ahora ya habrá recuperado esplendor bajo la categoría de “vintage”. Aprovecharé para pedir que me lo enseñe un día de estos.
El Swatch de propaganda “Budget Rent a Car”, que me dio mi padrino a su regreso de un viaje de trabajo a Suiza.
El reloj con calculadora. El reloj con videojuego. Un fake de G-SHOCK “ganado” en la tómbola en la feria del Ram o en las verbenas.
El Casio Moongraph, que probablemente me acompañó en los primeros besos robados en una esquina. No recuerdo el rostro ni el nombre de ella. Pero aún conservo este Casio.
Si, la verdad es que tengo bastantes recuerdos de relojes y de la atracción que ejercían en mi durante la infancia y la adolescencia.
Iniciación
Años más tarde, sobre el 2000, cuando inicié mi vida profesional mi primera paga extra la gasté en un reloj.
Eran malas fechas, centro comercial lleno a rebosar. Servidor quería un Breitling. Era bastante más que la cuantía de mi paga extra. Debía superar levemente las 300.000 pesetas, unos 2000 euros.
El desprecio del comercial fue terrible, prefirió vender relojes de fantasía y bajo coste a un caballero muy trajeado que atender a joven ilusionado. Al final salí del centro comercial, acudí a la relojería de la esquina y compré un cronógrafo Festina por unas 60.000 pesetas. Cronógrafo de cuarzo que aún conservo.
En esa época lo alterné, por puro esnobismo, con un Roskopf de bolsillo que había sido de mi abuelo paterno, y por practicidad, con un SEIKO también de cuarzo que era de mi novia, actualmente esposa.
Evolución
Pero aún pasarían varios años antes de que comprara mi primer reloj mecánico, un Viceroy con volante visto en color “Habana”. Eran épocas preforos y con un desconocimiento total en lo referente a mecanismos y otras lindeces.
Fue una compra motivada por dos razones, la primera el reciente nacimiento de mi hija y la segunda que un mismo día todos mis bonitos cuarzos se pusieron de acuerdo para agotar su batería.
Creo recordar que tenía un evento, inauguración, exposición o similar. En aquella época aún disfrutaba de cierta vida social, simple postureo, me atrevo a decir desde la distancia. E ir sin reloj lo consideraba casi como ir desnudo.
Así que decidí liquidar todos mis cuarzos. Acto que disfracé de falso ecologismo y empecé con los relojes mecánicos. Con la salvedad de algún cuarzo siempre y cuando cargara la batería o bien mecánicamente (kinetic) o bien fuera solar (había que ser consecuente con el disfraz).
En breve cayeron dos más, un Citizen Eco-Drive (noviembre 2008) y en un viaje a Londres (enero 2009) compré en la tienda Swatch un Irony automático. Compra que repetiría al año siguiente, en la misma ciudad y en la misma tienda, pero diferente modelo, un Body & Soul.
Mis primeros relojes suizos. Y con maquinaría ETA, como descubriría más tarde.
Curiosamente este Body & Soul sigue siendo a fecha de hoy mi único “esqueleto” y para más inri aparece en el libro titulado “100 relojes de leyenda”.
Revelación
Al poco tiempo de estas adquisiciones, un sábado en casa de unos amigos, un conocido común llevaba lo que luego descubriría era un SEIKO SKX007.
Fue un amor a primera vista, amor que tardó siete u ocho años en consumarse. Pero eso no fue lo peor.
Lo peor fue que me contó como lo había conseguido, y sobre “foros”, “mercantes”, “mercado gris”, relojes a la mitad o un tercio de su PVP, compras conjuntas, vendedores malayos-filipinos, el cambio dólar-euro, compras on-line, y un largo etc.
Lo que siguió fueron varias compras compulsivas, tal vez demasiadas pensaba hasta que conocí a algunos compañeros de “Sa Fona”. Algunas luego regaladas a mi padre y otras que me fui quedando.
Realmente tampoco fueron tantas. Un SEIKO 5 Atlas y un Citizen Nighthawk Havana que se quedaría mi padre.
También un SEIKO 5 tipo Sub que aún tengo y un SEIKO 5 military de 38 mm, que pasó a mejor vida.
Perdición
Pero lo peor estaba por llegar. Detrás de todo esto aparecía la palabra “foro”.
Empecé a visitarlos con nocturnidad y alevosía. Mientras mecía a mi hija para que se durmiera.
Sin registrarme. Casi un año leyendo e infectándome aún más con los relojes mecánicos.
Tuve la suerte de tropezar con Hablemos de Relojes (HdR). De todos los foros de relojes me pareció el más amable con los novatos, nada elitista o “estirado”. Luego con los años he visitado y participado en otros foros, pero a HdR le tengo un especial cariño por el excelente trato, las compras conjuntas o proyectos fantásticos, pero me estoy desviando del tema.
Durante el tiempo que leí foros sin registrarme me empecé a interesar por un tipo bastante concreto de relojes, los cronógrafos mecánicos. Dudaba entre algún crono ruso y el Seagull 1963.
Aquí HdR contaba con un poderoso atractivo, los descuentos a los foreros que ofrecía “la madrina” Irina Maier para los relojes rusos.
Así que el 26 de diciembre de 2010 me registré para a continuación presentarme y contactar con el administrador del foro, Carlos “Monitor”.
Así y todo, tras descartar el Seagull y decidirme por un rusito, tenía mis dudas.
Un Poljot Blue Angels o un Poljot Strela 204, ambos con el movimiento de carga manual 3133.
Tal vez la historia “espacial” de uno de ellos, o los consejos del foro, o un poco de cada, hicieron decidirme por sólo uno.
Y hoy, 19/01/2020, hace nueve años de que recibía un Strela 204, mi primer crono bicompax mecánico y el inicio por estos mundos que me ha llevado a la perdición (relojil evidentemente).
Hasta el punto de colaborar con este grupo de amigos que constituyen “Sa Fona”. Pero esto ya es otra historia…
PD: Después de desnudaros mi pasado con los relojes, espero vuestras confidencias.
Fantástico artículo, no todos tenemos el valor de contar nuestros origines con los relojes, suele ser un tema bastante personal… De todas manerasuchas gracias por compartir tus confidencias
Muchas gracias Miguel. Me hace gracia tu comentario, ni que fuéramos relojistas anónimos.
Por cierto…anímate y cuéntanos como te pego. Debe ser una historia bien curiosa
jajaja. Me ha encantado porque mi primer reloj pulsar (que aun conservo) me lo compré con mi primer sueldo de socorrista en el 92. Trabaje en mis primeras vacaciones universitarias.
Como bien cuentas me fui a una joyería y vi algo que se amoldara a mi presupuesto. Creo que fueron unas 50.000 pesetas. No existía internet ni las opciones actuales para ver y comparar.
En hora buena por el artículo y también soy de tu grupo de locura por los rusos pero menos mal que la locura la tengo bastante controlada, jajajajaj