@spitfiremkii
Un domingo De Agosto, Mallorca.
Me cago en sa puta de Judes… Mascullo entredientes.
¿Qué hacemos aquí?, pregunto sin esperar respuesta.
Cruzo la mirada con mi buen amigo Biel, me mira y alza ambas cejas. Hemos cazado demasiadas veces juntos para no saber que esto pinta bastante mal.
Saco el reloj del bolsillo, las 11:00. Pronto hará mucha calor. Lo normal para un mes de agosto en Mallorca.
Biel, puta ros. ¿Has visto la pinta qué llevas? La misma que tú Lencho, la misma que tú, Lencho Trejo.
Me miro de arriba de abajo, pantalones negros de pinzas, camisa blanca de algodón con cuello almidonado y chaleco de seda, también negro.
Noto el tictac en el bolsillo del chaleco, he perdido la americana con el trajín de este caluroso día.
Me miro los piés, zapatos de cuero grueso y suela de caucho, desgastados pero relucientes. Más que zapatos, botines. Son lo que que suelo llevar para ir a cazar, sólo me faltan la polainas.
Es la única parte de mi indumentaria que no es la ropa de los domingos, menos mal que hice caso a lo que siempre me dice Catalina respecto los zapatos.
Vuelvo a mirar a Biel, se está liando un cigarrillo de picadura. Sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared de piedra seca.
Me pasa un cigarrillo que ya había liado previamente.
- ¿Biel?
- Dime Lencho.
- Estam ben fotuts, de aquí no salimos.
- Pot esser, pot esser Lencho… ya veremos, ya veremos.
“Lorenzo, Llorenç, Lencho para los más íntimos”. Diferentes nombres para un mismo hombre pienso distraido mientras sigo fumando.
Tres Horas Antes. Mallorca 12 Km Más Al Sur, Un Domingo Cualquiera De Un Agosto No Cualquiera.
Los camiones de Falange recorren el pueblo. Música militar y voces enlatadas.
Convocan a los varones españoles, de moral intachable y buenos católicos a acudir a la plaza del Arraval.
Por lo visto quieren organizar una parada, para elevar la moral y exaltar el espíritu.
Irán a desfilar a la vecina Manacor, celebración del primer mes de cruzada nacional, del glorioso alzamiento nacional.
Acuden adolescentes, casi niños. Y también adultos que sonrien y se palmean la espalda mientras fuman y comentan anécdotas. Muchos con la camisa azul, camisa nueva, bordados el yugo y las flechas en rojo sanguíneo.
Lencho los mira desde detrás de los visillos de la casa pairal, en la calle Mayor. Donde vive con sus hermanas y su madre. Su padre falleció hace unos pocos años.
La casa, a pesar de ser agosto, amanece fría y húmeda. En silencio.
Es el único de la familia que ha dormido en el pueblo, el resto están en la finca en el campo, donde suelen veranear.
Y este verano aún con más razón, son tiempos convulsos, mejor estar alejados de la gente y cuando calme volver. Probablemente al finalizar el estío todo estará resuelto.
Lencho está nervioso, sus futuros suegros les han invitado a desayunar. El ha excusado al resto de la familia, aunque su hermana Juana ha dicho que iría si bajaba al mercado.
Probablemente que venga Juana es la causa de sus nervios.
Juana es de la sección femenina de Falange y muy combativa. Seguro que discuten de política.
Y ya sabe con quién. Una de sus cuñadas es roja a rabiar, tal vez por influencia de su prometido. Prometido veterinario, señorito y republicano. Que fácil ser rico y socialista.
Lencho desea que Juana se quede en la finca y finalmente no vaya al mercado, pero seguro que viene, con lo que le gusta discutir.
El desfile en Manacor es la excusa perfecta para evitar el enfrentamiento, o al menos estar presente y tener que tomar parte.
Ya mandará recado disculpándose con el mozo de la “Sociedad Recreativa”.
Se endominga mientras se queda mirando el zapatero. Duda entre los zapatos de cuero ingleses, que trajo su padre de Méjico. Preciosos, nuevos, brillantes, pero con el calor le aprietan.
Ya se lo dice Catalina, su novia, que para pasear se ponga los botines de caza.
Decide hacerle caso, total nadie se fijará en los zapatos y si hay que desfilar, al menos desfilará cómodo.
Sale de casa, entra en “Sa Recreativa”, saluda a los parroquianos, toma un café rápido y aprovecha para dar la nota al mozo.
Cruza la calle y se sube a la caja del camión. Se sienta al lado de su amigo Biel.
Al menos lo pasará bien y se divertirán. Ya planean, acabado el desfile, ir a comer a Can March.
El camión arranca, avanza a empujones, Lencho se sorprende al ver que les dan a cada uno un Mauser modelo Oviedo 1926. Como el que empleó en el servicio militar. Pero este está nuevo.
Bueno desfilaremos más marciales piensa.
Pero dos cajas de balas 7mm, que se las metan en los bolsillos les dicen, no le cuadra. ¿Balas? ¿Pero no van a desfilar?
- “Biel i aquestes bales?”, le pregunta a su amigo.
- Deja deja, que no oyes los petardos y los cohetes a lo lejos, deben estar de fiesta.
- Si… de verbena.
Una Pared Seca, Mallorca.
Un clack sordo resuena al otro lado de la pared en la que me apoyo. Miro a mi amigo Biel, triguero y espigado, que fuma impasible. “Biel, ros i femeller” le decimos sus amigos.
- Biel, cago en sa puta, de verbena decías, cohetes y petardos.
- Res Lencho, res, no passarà res.
Vuelvo a mirar el reloj, son las 13:15, no pasa ni un soplo de aire, no hay ni una sombra donde cobijarse.
Estamos solos, Biel y yo. Detrás de una pared, con unas cien balas cada uno. Bueno algo menos nos queda. Ya que cada cierto rato oteamos y si se acercan mucho los otros, pues sacamos el mauser por encima de la pared y dos tiros. Sin apuntar demasiado, no sea que matemos a alguno y luego vengan sus amigos cabreados a pedir cuentas.
Solos sin agua y sin bandera, que al meno daría sombra.
Los del otro lado con agua, o al menos un botijo, y banderas de la CNT, flácidas por que no sopla viento, pero al fin y al cabo banderas.
Y poca cosa más hacen que mirarnos y pegarnos algún tiro de vez en cuando.
Por ser rojos, pocas ganas de revolución tienen estos de la CNT.
Lío otro cigarrillo, casi no me queda saliva. Oigo las cigarras y dormitamos por turnos.
Vuelvo a sacar el reloj, las 14:30. Le doy cuerda rack-rack-rack.
No los veo venir.
Son tres chavales de mi pueblo, con la camisa nueva. Corren gritando “Rojos de mierda” y “Viva España” hacia los que están al otro lado del muro. Sí, los de la CNT con los que hace 4 horas que compartimos disparos de vez en cuando.
El primer chaval cae de rodillas, parece que ha tropezado, no he oído el disparo.
Del segundo no hay duda, un nuevo yugo rojo luce en su pecho y lo atrapa para siempre.
El tercero sigue corriendo ciego de ira. Lo conozco, es Tomeu. Apenas tiene 14 años, o 15 tal vez.
Lo agarro de una pierna cuando intenta subir la pared, cae de morros. Se ha partido el labio.
Le doy dos guantazos, le hago sentarse a mi lado, de golpe. Cae otra vez y se raspa las rodillas.
Unas lágrimas le arrastran la suciedad del rostro.
Pero los de Bayo ahora si se han cabreado, no sé si por el “Viva España” o por lo de” rojos”.
Han olido la sangre, gritan, gesticulan y disparan sin orden ni concierto. Nadie dirige el tiro.
Siguen disparando hasta agotar los peines de sus mauser.
Se les oye aproximarse, apenas nos separan 150m y una pared de piedra.
- Biel tu ets un conill?
- Seràs Colló… Què tiram a ses perdius? Me parece que vuelan bajas.
Biel y yo llevamos años cazando juntos, también hemos hecho la mili juntos y lo último que nos apetece es acabar como dos conejos.
Los milicianos se han parado, han vuelto a agotar los peines. Otra vez, no aprenderán.
Biel a la derecha, yo a la izquierda, acerrojamos y nos levantamos de golpe.
Disparo (uno), levanto maneta, cerrojo atrás, cerrojo adelante, bajo maneta, apunto, disparo (dos).
Levanto maneta, cerrojo atrás, cerrojo adelante, bajo maneta, apunto, disparo (tres). Levanto maneta, cerrojo atrás, cerrojo adelante, bajo maneta, apunto, disparo (cuatro). Levanto maneta, cerrojo atrás, cerrojo adelante, bajo maneta, dosifico, los he espaciado tanto como he podido.
Les estamos tirando a las piernas, a los bajos, a “ses perdius” como dice Biel. Los de la CNT corren hacia atrás. Tampoco nos hemos esmerado mucho, un par de heridos leves y da gracias.
Biel dispara su quinto tiro, saca un nuevo peine del bolsillo del pantalón. Uno de los anarquistas lo estaba esperando. Yo también lo estaba esperando. Separo las piernas, exhalo un poco de aire, me quedo a medio pulmón, apunto, aprieto el índice ligeramente, clickprimer tiempo del gatillo, sigo apretando, clack segundo tiempo del gatillo.
Pum, un disparo (cinco), coz violenta al hombro, me resiento…. ”Arhghhh”, se oye un grito.
El sindicalista se va corriendo, ha soltado su rifle, y se agarra la mano. Mano traspasada de lado a lado por un proyectil del 7mm.
Ahora es Biel quien me cubre, mientras me agacho e introduzco un nuevo peine en el mauser. Pero ya no es necesario.
Muy valientes contra niños, muy rápidos frente a hombres.
Tomeu está llorando, se mueve nervioso, casi compulsivamente, se quiere levantar, pero le fallan las fuerzas.
Probablemente ya no quede nadie enfrente, tampoco vale la pena arriesgarse.
- Tomeu ¿sabes liar un cigarrillo?
- Claro, Don Lorenzo.
- Pues, cálmate y lía tres, uno para cada uno.
Así tengo al crío entretenido, liando cigarillos uno detrás de otros y fumándolos. Hasta que el pobre Tomeu se marea, se tambalea, le baja el color, se queda blanco y vomita.
Sólo es bilis. Se queda tumbado de lado. Se le ha pasado el ardor guerrero.
Miro el reloj por enésima vez, hoy he cogido el mío y no el de padre.
Aún recuerdo cuando bajamos a Palma y lo compramos en la calle Platería.
Un Roskopf de acero y leontina de planta.
Ya son las 17:30, y ni rastro de milicianos ni de falangistas
- Biel vámonos para casa.
- ¿Al pueblo, Lencho? ¿Por la carretera?
- No. Iremos campo a través, hasta S’Hort, hasta la finca. Temo por mamá y mis hermanas.
- Será un trecho.
- Nada, nada, calculo que ocho kilómetros hasta Son Macià, y luego por el camino de Sa Font cuatro más y llegamos
- Anem…
Miro el reloj, las 17:45, aún nos quedan 3 o 4 horas de luz, suficientes, conocemos bien la Sierra de Levante.
Conseguimos que el joven Tomeu espabile, nos vamos a casa, a proteger a los nuestros. Ya hemos tenido suficiente verbena, al menos para hoy.
FIN
In Memoriam de mis abuelos paternos y de sus hermanas. La historia contada es real en parte. Biel no estuvo allí y Tomeu no se llamaba Tomeu.
En base a las historias que oí de niño he intentado reconstruir una parte de lo que pasó aquel día, rellenando los huecos con situaciones que bien pudieron ocurrir
El Reloj
El reloj es un GRE ROSKOPF PATENT, que perteneció a mi abuelo.
Por lo visto no es un ROSKOPF original propiamente dicho. Aunque este tema es peliagudo.
Sino un Genre Roskopf, es decir tipo Roskopf.
Es decir, relojes inspirados, basados en dichos diseños y conceptos, pero no fabricado por el fabricante original o sus descendientes.
Ahora bien, no es una copia como entenderíamos ahora, y tampoco fueron considerados en su época como tales.
Un reloj Roskopf es un un reloj resistente y asequible, con caja de acero en este caso, en lugar de materiales nobles. Con una robusta maquinaria. Tal como define y crea Roskopf, sobre 1867.
Es un reloj del proletariado. Este tipo de relojes se fabrican hasta los años 40 del siglo XX, cuando se consigue abaratar la producción mediante otros sistemas y deja de tener sentido el tipo Roskopf.
Lo dicho, un reloj barato, resitente y exacto. En este caso fabricado a finales de los 30. Posiblemente en 1936, tal como se insinua en el relato. Un reloj que bien te podías llevar a una guerra… o a un desfile.
NOTA: Agradecemos a Jaime tres en raya su ayuda y conocimientos sobre estos relojes.
Fantástico relato que nos regala Pere Pons verídico como la vida misma y que alude a un periodo aún muy oscuro de nuestra historia reciente.
Pere, tú mejor contribución por ahora, sin duda. Será la cercanía geográfica… 😉
Muchas Gracias Pere por este relato, las balas me silbaban de cerca.
Se agradecen vuestro comentarios, a ver si el finde más
muy bueno el relato, memorias que pasan de unos a otros pero sin perder un apice de verdad, posiblemente ocurrio tal y como lo cuentas, el reloj de bolsillo es una muestra de lo que en aquellos años se usaba y que hoy todavia son apreciados por muchos relojistas ???