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Diver Watches: Aventura En Las Profundidades

@javierreloj y @admin

En este cuarto capítulo de la serie Diver Watches vamos a ver el desarrollo del batiscafo. También nos detendremos en la creación en paralelo de cajas de relojes utilizadas en los primeros relojes de buceo, ya fuese recreativo o profesional, destacando entre sus fabricantes EPSA y Squale.

La Conquista De La Estratosfera Y Las Profundidades

Corrían los años 30 del pasado siglo… Un genio suizo llamado Auguste Piccard se encontraba en una plena efervescencia creativa.

Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Auguste_Piccard

En 1931, partiendo de la ciudad de Augsburgo junto con su asistente Paul Kipfer, Piccard consiguió ser el primer hombre en llegar a la estratosfera, alcanzando una altitud de 15.971 m. Apoyado financieramente por el Fonds National de la Recherche Scientifique (FNRS) belga, Piccard utilizó una góndola presurizada de aluminio que colgaba de un globo. La presurización de la nave evitaba la necesidad de llevar puesto un traje de las mismas características.

En la siguiente imagen podemos ver a ambos pasajeros con unos cascos de protección que, a primera vista, parecen un tanto curiosos.

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Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Auguste_Piccard

Tenemos la fortuna de contar con la constancia gráfica de esta inusual proeza.

En un primer vídeo, el mismísimo Piccard explica cómo funciona su cápsula para ascender hasta la estratosfera.

Mientras que en este segundo vídeo podemos ver una segunda expedición de 1932 que estableció un nuevo récord de altitud (16.201 m).

Evidentemente esta proeza se consideró un gran logro en aquella época. Más allá del mero récord, sirvió para recopilar datos sobre la atmósfera superior y estudiar los rayos cósmicos. Y permitió a Piccard y Kipfer ser las primeras personas en observar visualmente la curvatura de la tierra desde la estratosfera.

Dicho todo esto, para algunos científicos parecía una gran contradicción que el ser humano hubiese conseguido salir de la atmosfera, pero no descender hasta las profundidades del mar, un destino que teníamos al lado de casa, aunque entrañaba una gran dificultad.

¿Por qué se daba esta contradicción? La respuesta es bien sencilla y es la presión, un concepto del que ya hemos hablado en un capítulo anterior.

Bajar hasta los 1.000 m de profundidad supone poder soportar una presión de 100 atm. Para entender de lo que hablamos, vamos a ver un ejemplo práctico.

100 atm es prácticamente lo mismo que decir 100 kg/cm2. Si nos detenemos un momento a pensar en una baldosa típica del suelo de una casa (de 40×40 cm, por ejemplo), la misma debería poder soportar un peso de 100 kg/cm2 x 40 x 40, es decir 160.000 kg o 160 toneladas. En este espacio cabe una persona de pie. Para llegar hasta las 160 toneladas debéis imaginar a 2.133 personas una encima de otra sobre esa misma baldosa, asumiendo un peso medio de 75 kg por persona. Quizás este ejemplo os permita ver lo complejo que era diseñar algo que soportara este tipo de presión.

Pero esto no desmotivó a nuestro intrépido Auguste Piccard. Una vez conquistados los cielos, necesitaba nuevos retos y el océano se convirtió en su nuevo medio de aventura. Quería pasar a la historia como el conquistador del aire y de las profundidades marinas, emulando quizás así a los héroes de las novelas de Jules Verne.

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Fuente: Dominio público.

Le hicieron falta algo más de 15 años (la Segunda Guerra Mundial inevitablemente paralizó su trabajo de investigación) para hacer realidad un batiscafo que pudiera pasar de los 1.000 m de profundad. Pero en 1948 lo consiguió con el FNRS-2, de nuevo financiado por el Fonds National de la Recherche Scientifique. Pero no nos adelantemos, ya que anteriormente hubo otros que lo intentaron con otros medios técnicos.

Ya en el año1930, el ingeniero estadounidense Otis Barton diseñó una batisfera para descender en el océano cerca de las Bermudas. “Pilotada” por el naturalista William Beebe, esta nave consiguió récord tras récord de inmersión, alcanzando una profundidad máxima de 923 m en 1934, como ya vimos en el artículo que le dedicamos.

Sin embargo, el gran problema de la batiesfera es que dependía de un sistema de cables para descender desde el barco a las profundidades, limitando así prácticamente toda su movilidad.

La nave FNRS-2 era mucho más autónoma, como veremos a continuación.

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Fuente:
https://www.rolexmagazine.com/2008_11_07_archive.html

El artilugio consistía en dos cascos: uno reforzado para soportar la presión y otro para permitir su flotación que iba lleno de un líquido menos denso que el agua. Piccard utilizó gasolina a pesar de ser un líquido muy inflamable y de los posibles peligros adicionales que ello conllevaba. Muchos os preguntarías el por qué no estaba lleno de aire o de otro tipo de gas. La respuesta es sencilla ya que un gas es por definición compresible, por lo que no evitaría que el artefacto se chafase una vez expuesto a grandes presiones.

¿Cómo se resolvió el tema de su operatividad dentro del agua para no depender de los cables? Simplemente se le añadió un motor eléctrico de 1 KW.

¿Cómo se maniobraba en la práctica? El batiscafo era transportado en un barco hasta el lugar de la inmersión, para bajarlo al agua con unas grúas. Ya en la superficie se rellenaban los depósitos de flotación con gasolina y se colocaban unos lastres de fundición. Tras soltar los cabos que lo sostenían en la superficie, el FNRS-2 comenzaba su descenso. Una vez alcanzada la profundidad deseada, se soltaban los lastres de fundición y gracias a los depósitos de flotación el FNRS-2 ascendía hasta la superficie. Parece sencillo, pero estos pioneros sabían perfectamente que en cada paso que daban se jugaban la vida en pro de la aventura y la ciencia.

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Fuente: Dominio público.

En 1948, frente las costas de Cabo Verde, llegaron hasta una increíble profundidad de 1.380 m (4.600 pies), eso sí, sin tripulación.

Sin embargo, este éxito se vio empañado por un accidente durante las labores de sacar el FNRS-2 del agua. El barco belga Scaldis a cargo de la operación no contaba con la capacidad necesaria para sacar a flote el batiscafo con sus tanques de flotación llenos de gasolina. Tampoco contaba con los medios para poder vaciarlos. Por ello, el Scaldis se vio obligado a remolcarlo hasta un puerto seguro, pero la mala mar hizo que se dañara el depósito de flotación produciendo un gran derrame de gasolina en el mar. Los daños fueron considerables y una vez concluida la misión, la FNRS no pasaba por sus mejores momentos financieros (era la época de la postguerra) y no tenía los fondos necesarios para reparar el depósito y ni siquiera podía reponer la gasolina necesaria para rellenarlo.

Como técnico que soy, me parece increíble que en aquella misión tan complicada con tantos cálculos estructurales que se realizarían para poder soportar esas presiones y la seguridad del batiscafo, nadie cayera en la cuenta de que la grúa que tenía que elevarlo no tuviera la suficiente capacidad para hacerlo.

Ante la imposibilidad de seguir económicamente con las investigaciones, la FNRS vendió la nave a la Armada Francesa ese mismo año. Durante esta nueva etapa, junto a la Marine Nationale, Piccard reconstruyó el FNRS-2 con algunas mejoras, creando el FNRS-3.

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El FRNS-3 expuesto en Mourillon, en Toulon.
Fuente:
https://en.wikipedia.org/wiki/FNRS-3

Todo este desarrollo de los batiscafos en colaboración con la FNRS y la Marine Nationale llevó a Auguste Piccard a poder crear el famoso batiscafo Trieste.

El Trieste se construyó en Italia y estaba compuesto por una esfera de presión (desarrollada por la empresa Acciaierie Terni) y un depósito de flotación superior que fabricó la empresa Cantieri Riuniti dell’Adriatico, situada en el Territorio Libre de Trieste entre la frontera de Italia y la antigua Yugoslavia. Esto dio nombre al batiscafo.

En 1953, operado por la Armada Francesa, el Trieste se sumergió en el mar de la isla de Capri. Piccard y su tripulación consiguieron la increíble hazaña de descender hasta los 3.150 m de profundidad

Sin embargo, sólo un año después, el batiscafo FNRS-3 alcanzó una profundidad de 4.050 m en el Atlántico, concretamente a 160 millas al oeste de Dakar, superando el récord del Trieste por 900 m. No era de extrañar, porque las aguas del Mediterráneo no daban para más…

Desde ese momento, el Trieste siguió desarrollándose, superando en cada inmersión el récord anterior.

En 1958, la Armada de los EE. UU. compró el Trieste por $250.000 ($2,2 millones en la actualidad), recibiendo así la exploración submarina un gran impulso tanto económico como tecnológico…

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Fuente:
https://en.wikipedia.org/wiki/Trieste_(bathyscaphe)#/media/File:Bathyscaphe_Trieste.jpg

Logrando alcanzar la zona más profunda de la Fosa de las Marianas en el Pacífico en 1960.

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Fuente:
https://en.wikipedia.org/wiki/Trieste_(bathyscaphe)#/media/File:Bathyscaphe_Trieste.jpg

Pero de lo que se denominó como “Proyecto Nekton” y de su relación con el Rolex Deep Sea Special, hablaremos en una siguiente entrada.

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Don Walsh y Jacques Piccard (hijo de Auguste) a bordo de Trieste.
Fuente:
https://en.wikipedia.org/wiki/Trieste_(bathyscaphe)

En esta concisa introducción, hemos visto cómo el hombre consiguió adentrarse en los fondos oceánicos diseñando estructuras para poder soportar las altas presiones. En paralelo, algunos ingenieros y empresas relojeras investigaban cómo crear pequeñas estructuras para llevar en nuestras muñecas que fueran capaces de resistir altas presiones y mantenerse estancas. ¿Se inspiraron unos a otros? Posiblemente sí y me gustaría destacar de entre ellos las figuras de Ervin Piquerez SA (EPSA) y “Squale”, esta última fundada por Charles von Buren. Ambas empresas contribuyeron increíblemente a la creación, desarrollo y diseño de los relojes divers.

Ervin Piquerez SA

Ervin Piquerez y su compañía (EPSA) son un nombre bien conocido entre los aficionados a la horología.

Esta compañía suministró cajas de relojes a multitud de marcas punteras durante las décadas de 1960 y 1970. El advenimiento del buceo recreativo hizo que muchos fabricantes vieran en los relojes sumergibles un gran nuevo mercado. Pero EPSA no partía de cero en esta industria. Su historia se remonta muchos años atrás con sus consiguientes altibajos. Todo empezó en 1886, cuando la familia Piquerez comenzó a fabricar cajas para relojes en Basecourt (Suiza). La empresa (de talante familiar) tuvo cierta continuidad, aunque cambió alguna vez de nombre, según iban cambiando a su vez los miembros de la familia que la gestionaban.

A pesar de esta continuidad, la empresa cerró por problemas financieros en 1910 y un segundo intento acabó igual en el año 1913.

Pero la familia Piquerez continuó en el mundo empresarial intentando diversificarse hacia otros sectores, como el de las bicicletas a finales de los años 20. A continuación, podemos ver un anuncio de los años 40.

En 1909, nació Ervin Gustave Piquerez, que con el tiempo sería el verdadero responsable de darle un gran impulso a la empresa en el segmento de las cajas de relojes.

El joven Ervin empezó trabajando en una empresa de fabricación de cajas de relojes que nada tenía que ver con la familiar, pero fue donde adquirió la experiencia necesaria para fundar EPSA (Ervin Piquerez S.A.) en 1939.

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Fuente:
http://www.orologeria.com/italiano/rivista/rivista032.html

Se especializó tanto que llegó a registrar más de 200 patentes a lo largo de su carrera, destacando entre éstas las que se idearon como cajas de relojes estancas, como las famosas compresssor o super compressor tal como veremos más adelante.

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Fuente: Dominio público.

Es importante citar que en aquellos años la industria relojera, y por ende las marcas, no tenían tan arraigado como hoy en día el concepto de “propiedad industrial” o “manufactura” y eran muchos los fabricantes que acudían a los mismos proveedores de componentes a la hora de producir sus modelos. Algunas marcas que utilizaron las cajas de EPSA fueron, por ejemplo: Alpina, Blancpain, Bucherer, Enicar, Fortis, Girard-Perregaux, Hamilton, IWC, Jaeger-LeCoultre, Lip, Longines, Universal Genève, Zenith y muchas otras; sería demasiado largo enumerarlas todas (aquí tenéis un listado).

En la siguiente presentación, podemos apreciar algunos de estos ejemplos de finales de los años 60 equipados con cajas “super compressor”.

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Fuente:
https://www.timeline.watch/


Pero veamos en qué consistía esta tecnología “compressor”.

Antes de entrar en el tema tenemos que ponernos en situación. Durante la época en que se desarrolla todo, que son los años 50, no existían los diferentes materiales sintéticos de goma o cauchos que tenemos en la actualidad. Además, los que había tendían a ser escasos. Podemos añadir que apenas superaban estándares de calidad, ya que casi todos ellos seguían en proceso de investigación y desarrollo. Por ejemplo, que un caucho o goma sea sometido a una determinada presión y después de un cierto tiempo se descomprima y vuelva a su volumen inicial es una cosa que asumimos hoy en día, pero en los años 50 eso no era así.

Los cauchos o gomas no estaban tan desarrollados y después de largas compresiones no recuperaban su volumen inicial, quedando una deformación residual o sencillamente perdían sus propiedades de elasticidad al estar sometidos durante tiempos prolongados a compresiones. Este pequeño detalle significaba perder la estanqueidad del reloj y que entrara agua en el mismo. Con esto sólo quiero remarcar que lo conseguido por EPSA tiene mayor mérito al estar muy limitado por los materiales existentes en aquel entonces.

EPSA dio solución al problema de las juntas elásticas inventando un tipo de caja que llamó “compressor”, un diseño y un nombre patentado. Muchos aficionados piensan que “compressor” tiene traducción, algo que es erróneo, pues se trata de nombre comercial patentado.

¿En qué consiste esta patente? Para evitar el deterioro de las propiedades de las juntas elásticas al estar sometidas a grandes compresiones durante largos periodos, sencillamente se diseñó una caja que minimizaba la exposición de las mismas a presiones altas. Al sumergir este tipo de cajas en el agua, la creciente presión estática del entorno hacía que la trasera se comprimiera, presionando la junta y aumentando su estanqueidad. A mayor profundidad, mayor presión sobre la junta y por tanto mayor estanqueidad. De esta forma, se conseguía aumentar la durabilidad de las juntas protectoras ya que sólo se las “hacia trabajar” cuando realmente era necesario, que es cuando se buceaba. La presión dinámica debida al movimiento también puede aumentar la presión sobre un reloj sumergido, aunque su efecto es relativamente mínimo ya que nos desplazamos a escasa velocidad bajo el agua.

Esta tecnología se fue desarrollando a lo largo de los años 50 y 60 dando lugar a las siguientes patentes:

PatenteNúmero de patenteFechaObservaciones
CompressorBrevet 31381330/10/1953 
Compressor de bayonetaBrevet 31496202/11/1953Uso exclusivo para Enicar S.A. Lengnau
Super compressorBrevet 31753722/11/1954 
Compressor 2Brevet 42099915/11/1963Diseñado para cajas rectangulares.

A continuación, mostramos los esquemas de estas patentes.

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Fuente: Dominio público.

Como vemos en la estampa anterior, tenemos los “compressor” y los “compresor 2”, ambos con una trasera que se cierra a presión. Esto no es suficiente para que un reloj sea certificado como un “diver”, aunque puedan ser perfectamente resistentes al agua, lo que llamaríamos hoy en día un “waterproof”.

Ahora vamos a adentrarnos en la tecnología “Super Compressor” (SC), la que realmente fue utilizada en muchísimos relojes de buceo durante los años 60 y bien entrados los años 70. Veamos un detalle de la sección de este tipo de caja para entender mejor su funcionamiento.

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Bague filetée a 4 tenons = Anillo roscado con 4 nervaduras.
Joint = junta o sello.
Fond = trasera.
Ressort de compressión = Muelle de compresión.
Fuente:
https://sherpawatches.com/2022/01/20/compressor/

Como podemos apreciar, el fondo de la caja va roscado, pero además incorpora la tecnología “compressor” con un resorte de compresión que vemos en azul en la figura. Cuando se ejerce presión sobre la trasera (por ejemplo, al sumergir el reloj), ésta comprime el resorte haciendo que las justas se compriman más, aumentanto así su estanqueidad siguiendo el principio de presión estática que comentamos más arriba. Cuando se reduce la presión ambiental, el resorte vuelve a su posición original reduciendo la presión sobre la junta elástica.

EPSA también patentó una corona especial que llamó Monoflex que se adaptaba a la tecnología compressor. Esto sería un primer paso para el desarrollo de las cajas de doble corona como veremos más adelante.

Ahora que ya tenemos claro el concepto de “compressor” y “super compressor”, podemos seguir con las futuras innovaciones que desarrolló EPSA, de las que cabe destacar la doble corona con bisel giratorio.

En la década de los años 50, EPSA agrupó varias de sus patentes en un diseño de caja a la que llamaría “Grand Fons”. En ella encontramos un fondo de caja compressor, la corona compressor, el bisel interno giratorio y un cristal de plexiglás especial para esa caja, todo ello reforzado con anillos metálicos.

A continuación, podéis ver el del bisel giratorio interno.

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Fuente:
https://sherpawatches.com/2022/01/20/compressor/

Ahora que ya hemos visto las principales tecnologías desarrolladas que parecían relevantes para este artículo, intentaremos también aclarar algunas de las dudas más comunes entre los aficionados.

¿Qué presiones aguantaban las cajas “super compressor”? Por norma general, estaban testeadas para resistir hasta 600 pies (200 m) de profundidad sin percibir daño alguno.

¿Podemos denominar a los relojes “super compressor” como aquellos que siempre se equipan de una doble corona con bisel giratorio interno? No. Recordad que “super compresor” es la tecnología de estanquidad que equipa un reloj, independientemente de las coronas que tenga. Es más común verla en cajas con doble corona, pero eso no significa que sea la única opción.

¿Las cajas “compressor” y “super compressor” tienen alguna característica en común? Sí, el logotipo de EPSA, tratándose de una escafandra de buzo y que generalmente viene grabado en la parte interior de la trasera, aunque a veces se grabó en el exterior de la misma.

Fuente:
http://scubawatch.org/EPSA_SC_FAQ.html


¿En qué tamaños se fabricaron las cajas SC? Se fabricaron de 42 mm y 36 mm (y también de 26 mm para damas). Muchos se confunden y llaman “compressor” a los relojes de 36mm y “super compresor” a los de 42mm. Eso es erróneo, ambos tamaños son “super compresssor” (recordad que SC es el nombre de la tecnología que equipa la caja), aunque sí es cierto que las cajas de 42 mm son mucho más comunes.

¿Si un reloj es de doble corona con bisel interno giratorio es un SC? Desafortunadamente no. La competencia imitó este diseño, pero sin aplicar la tecnología SC, por lo que estos relojes no eran estancos o no en la medida de las cajas EPSA.

Si os interesa saber más sobre este tipo de cajas, contáis con una detallada descripción sobre este tema en Chronopedia.Club.

Por desgracia, estaba maravilla tecnológica tuvo su ocaso en los años 70. Los cambios en las modas y nuevos diseños de cajas estancas hicieron que la compañía abandonara su fabricación. Finalmente, a principios de la década de los 90, ESPA cerró sus puertas definitivamente, liquidando la empresa al verse incapaz de seguir en un mundo con una producción mucho más globalizada.

Confiamos haber aclarado muchas dudas a nuestros lectores por lo que damos por terminada esta incursión en el mundo de las cajas de EPSA y la tecnología e innovaciones que presentaron.

Squale

La mayoría de los aficionados relaciona “Squale” con la marca de relojes homónima, pero eso no fue necesariamente así durante mucho tiempo. Veamos un poco de su historia centrándonos en sus cajas.

A finales de los años 40, Charles Von Buren ensamblaba relojes bajo su propio nombre en Neuchatel (Suiza).

A finales de los años 50, el buceo recreativo empezaba a tener muchos adeptos entre los que estaba el mismo Buren, que se aventuró con sus primeras inmersiones en un lago cercano a donde residía.

Tanta fue la pasión que Buren adquirió por este deporte, que decidió centrar sus esfuerzos en el desarrollo de relojes de buceo y más concretamente en fabricar cajas estancas para este tipo de relojes.

En aquellos tiempos, los relojes referencia para los buceadores eran el Fifty Fathoms de Blancpain, el Submariner de Rolex y el Seamaster 300 de Omega.

En 1959, von Buren registró “Squale” como marca. El nombre se asemeja a la palabra “tiburón” en italiano (squalo). La marca añadió un logotipo con un tiburón curvo, que aparece en los diales de sus relojes.

En un principio, la firma producía relojes profesionales que se distribuían exclusivamente a través de comercios especializados en el buceo y no en relojerías. Esto continuó hasta bien entrada la década de los 70, cuando la marca ya entró directamente en el mercado. Los relojes de Squale obtuvieron un gran reconocimiento entre los buceadores de competición e incluso algunos ejércitos, pero esto ahora no nos interesa en demasía, siendo el desarrollo de sus cajas lo que centra nuestra atención.

Como ya citamos anteriormente, durante las décadas de los 50, 60 y 70, el tema de la subcontratación en la fabricación de relojes era un fenómeno muy normal y bien visto. Tanto es así que las cajas “super compressor” llevaban la firma de EPSA en las traseras, ya fuese por dentro o por fuera. Esto le daba cierto prestigio al reloj y a la marca que utilizaba estas cajas. Hoy en día, esto sería impensable comercialmente. La mayoría de las marcas de prestigio intentan dar a entender que la producción de sus relojes y sus componentes ocurre en su totalidad dentro de su propia compañía.

El buceo era una actividad importante en el seno de la familia von Buren. Tanto es así, que la hija de von Buren, Monique, se unió al negocio familiar y aportó su experiencia como buceadora para el desarrollo de una caja estanca que el fabricante patentó en 1959, coincidiendo con el registro de la marca Squale.

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Monique von Buren.
Fuente: Dominio público.

En 1960, empezó la producción de cajas para terceros con el famoso icono del tiburón, bien impreso a las 6 h en la esfera o grabado en la trasera de la caja.

Squale suministró estas cajas a numerosas marcas como Altanus Genève, Arlon, Berio, Eagle Star Genève, Margi, Ocean Diver/Blandford, Potens Prima o Sinn.

A continuación, podemos ver un ejemplar de OceanDiver/Blandford donde se aprecia la firma de Squale en la esfera bajo el cañón de las agujas. En este caso en concreto nos encontramos con una doble firma, ya que también viene grabado el logotipo de Squale en la trasera.

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Fuente:
https://www.craftandtailored.com/

O este curioso ejemplo de un Blancpain “Fifty Fathoms” en una caja producida por Squale.

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Fuente:
https://www.bachmann-scher.de/

Más allá de compartir la caja Squale “25 Atmos”, vemos que las agujas de ambos relojes presentados son prácticamente iguales ya que siguen un diseño creado por el mismo Von Buren. Como experimentado buceador, era consciente de la importancia de la visualización de la aguja minutera durante las inmersiones, haciéndola destacar sobre el resto del conjunto.

Ya hemos citado anteriormente que la propia Squale fabricó relojes profesionales con marca Squale y que tuvieron muy buen recibimiento entre los buceadores. Sin duda el patrocinio de la marca tuvo un impacto positivo, ya que incluía darlos en premio en los concursos de apnea (buceo libre, o freediving). Squale tuvo una especie de embajador en Jacques Mayol, un pionero francés del freediving que fue inmortalizado en la película “El Gran Azul”, que es muy recomendable, por cierto. Mayol llevaba un Squale mientras consiguió el récord de profundidad en 1970. Su gran adversario y coprotagonista de la historia relatada en la película, el italiano Enzo Maiorca, también portaba un Squale, al igual que Maria y Giuliana Treleani, otra gran especialista de este deporte extremo.

Por otro lado, Squale también desarrolló cajas con un hermetismo testado de 200 m y 500 m con la corona a las 4 h, que se corresponden a las afamadas “20 Atmos” y “50 Atmos”. Estas últimas fueron suministradas a multitud de marcas como Airain, Auriscoste, la anteriormente citada Blancpain o Doxa, entre otras, y en algunos casos hasta bien entrados los años 80.

No podríamos dejar de citar la impresionante caja “101 Atmos”. En los años 70, Squale desarrolló la primera caja capaz de sumergirse hasta los 1.000 metros de profundidad sin necesidad de contar con una válvula de helio. Presenta un diseño único, sobre todo en su bisel. Éste, hecho de baquelita, incorporaba un mecanismo de cierre y requería una cierta presión hacia abajo para hacerlo girar. La caja equipaba una doble junta para el cristal, sirviendo este elemento para dotar al mismo de mayor flexibilidad y a la vez aumentar la estanqueidad del conjunto.

Esta caja sigue produciéndose hoy en día y se usa en la colección 2002 actual, aunque es de notar que se introdujeron cambios importantes tras un rediseño en 2017.

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Fuente:
https://www.squale.ch/en/squale-history

A pesar de sus conocidas cajas y de todas las aportaciones y colaboraciones con diferentes marcas, Squale, como muchas otras empresas del sector, apenas logró sobrevivir la crisis del cuarzo, hasta su pleno renacimiento en el año 2010 que ya relatamos aquí.

Conclusión

Sin duda alguna “tender puentes” en la historia es siempre algo muy arriesgado, pero no nos cabe duda de que el desarrollo de los batiscafos y sus heroicas inmersiones despertó una nueva ansia para explorar el océano, conocerlo y disfrutar plenamente de un nuevo medio que se nos empezaba a mostrar. Si bien en el anterior capítulo tratamos el tema de la guerra, el advenimiento del buceo recreativo fue una consecuencia directa de esta nueva visión del medio marino, motivando a empresas e ingenieros a crear instrumentos que nos facilitasen su descubrimiento. Evidentemente, la industria relojera no se iba a quedar al margen. No dejaremos este tema aquí, pues consideramos que es de vital importancia para comprender el desarrollo de los relojes de buceo.

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