@horology_cr
Hoy tengo el gusto de compartir una reseña de mi grial, el Grand Seiko SGBA211 “Snowflake”.
Nota del editor:
El autor de este artículo, Adrián Carballo, es administrador del grupo de Facebook Horology CR: Todo Sobre Relojes, basado en Costa Rica.
Esta entrada es una versión editada y ampliada de contenido publicado el 22/07/2021 en Facebook.
Siempre me han gustado los relojes; desde que tengo memoria me he sentido atraído a ellos.
Hace un par de años, después de pasar algunos meses investigando la historia de algunas de las marcas más importantes de la horología, decidí crear un grupo en Facebook para aficionados a los relojes: HorologyCR.
Aunque me sorprende decirlo ahora, en ese momento de mi vida no sentía ninguna atracción especial por SEIKO; para mí, la cúspide de la horología era Suiza. Toda marca que no proviniese de dicho país estaba por debajo. Pero, con el conocimiento las cosas cambian…
Al empezar a meterme de cabeza en este bello mundo de los relojes, hice lo que solemos hacer todos, engancharnos a los distintos canales de YouTube. Hubo un vídeo en particular que cambió mi forma de pensar por completo. El título del vídeo era ¿Por qué son tan buenos los Grand Seiko?, del canal de Horas y Minutos. Ver ese vídeo fue mi despertar en lo que concierne a los relojes japoneses, especialmente el gran universo que representa la marca SEIKO.
Poco tiempo después adquirí mi primer SEIKO, el afamado “Pepsi” SKX009. Verdaderamente fue un amor a primera vista. Luego vino el SKX007, que tan bien representaba la esencia de la marca hace unos años, tal como relato el compañero @Peteflay (Pere) en su entrada SKX007: Esto Es (O Era) SEIKO.
Al poco tiempo, con un SEIKO Bullhead, empezó mi afición por los cronógrafos vintage de la marca nipona.
Inevitablemente, los griales en mi lista de deseos fueron cambiando, abandonando por completo la idea de añadir un ejemplar de la marca de la corona. En su lugar, quién iba a decirlo, entraría un reloj japonés: el icónico Grand Seiko SBGA211 “Snowflake”.
No pretendo adentrarme en la historia de Grand Seiko, ya que la resumí en un post en el grupo de Facebook en julio del 2020. A él os remito si queréis ver una visión resumida. Además, la propia Grand Seiko la presenta en español en su sitio web, ofreciendo una visión más extensa y holística de sus andadas desde 1959, cuando la fusión de Daiwa Kogyo (que fabricaba piezas de relojes) y Daini Seikosha Suwa Factory derivó en Suwa Seikosha, la que lanzaría al mundo el primer Grand Seiko.
La historia del “Snowflake” es mucho más reciente. Fue presentado por Grand Seiko por primera vez en el año 2005, con la referencia SBGA011. Podéis ver este ejemplar en la siguiente imagen.
La referencia SBGA211, la que nos atañe hoy, es más tardía. Las variaciones entre la mismas son mínimas, siendo la principal la sustitución de “SEIKO” en la esfera por “Grand Seiko”. Por lo demás, ambas referencias son idénticas.
Pero bueno, ya es hora de que hablemos de las características y los atributos de nuestro protagonista de hoy.
Este reloj tiene varias características que creo, en conjunto, lo han convertido en el ícono que es. Pero sin duda la que más sobresale y le ha dado su sobrenombre es el dial. Empecemos por ello apreciando esta detallada esfera.
El dial es de color blanco con un acabado que es difícil de describir. Pienso que la experiencia en vivo es necesaria para apreciar todos sus detalles. Dicho esto, según los artistas de Grand Seiko, la inspiración para la elaboración de esta dial deriva del aspecto de la nieve recién caída en las montañas que rodean el Shinshu Watch Studio en la prefectura de Nagano, lugar donde se fabrican los relojes Spring Drive. La textura del dial es única. Dependiendo de la luz varía mucho, incrementándose o reduciéndose esta semejanza con la nieve.
Dentro del dial encontramos los índices aplicados con forma trapezoidal en los cuartos. El de las 12 h es algo más grande que los demás y se omite el de las 3 h para dar cabida al fechador. El resto de los marcadores de las horas son de tipo bastón. Los índices de Grand Seiko son bien conocidos por sus facetados y el pulido perfecto usando la técnica Zaratsu. Sobre esta técnica artesanal podéis encontrar amplio material en el sitio web de Grand Seiko.
La ventana de la fecha a las 3 h se encuentra enmarcada por un fino borde, también pulido a la perfección.
Entre los índices principales podemos encontrar pequeños marcadores de minutos/segundos, pintados en color negro.
Justo debajo del índice de las 12 h encontramos aplicado el logo de Grand Seiko, una “G” y una “S”, de nuevo terminado fabulosamente. Debajo del logo vemos la inscripción “Grand Seiko”.
Sobre el índice de las 6 h podemos ver la impresión “SPRING DRIVE” en color negro. Como muchos ya sabréis, esto se refiere al calibre que da vida a este reloj y que veremos más abajo. La última impresión en el dial la podemos encontrar en una fuente muy pequeña debajo del índice de las 6 h: “JAPAN 9R65-0BL0 T 2”. Esta información hace referencia al modelo del calibre utilizado en este reloj.
En el dial también observamos el prominente indicador de reserva de marcha entre las 7 h y las 8 h, aproximadamente. Su pequeña aguja, también pulida a espejo, nos indica cuanto tiempo más estará en funcionamiento el reloj antes de que debamos darle cuerda de nuevo o ponérnoslo en la muñeca para que nuestro movimiento lo reactive. La aguja en posición vertical nos indica que la marcha se ha agotado. En su punto más bajo, nos indica que quedan aproximadamente 72 horas de reserva. Dentro de este pequeño subregistro podemos ver un rango que indica justamente el nivel de la reserva. Debo remarcar que muchos aficionados critican la falta de simetría que implica esta complicación, además de que este pequeño subregistro se presenta en un segundo plano rompiendo la harmonía del dial. A título personal, no me molesta, además de ser una funcionalidad que encuentro muy útil.
Tanto la aguja de las horas como la de los minutos son tipo Dauphine, facetadas, con el mismo pulido a espejo Zaratsu que caracteriza el acabado de todo el reloj. Algunos dirían que asemejan un par de espadas desplazándose por la nieve de la esfera. La aguja de los segundos, aunque delgada, es sin duda un gran protagonista de la esfera. Su tono azulado al calor contrasta a la perfección con el fondo blanco predominante en el dial. Su barrido es totalmente uniforme gracias al Spring Drive, creando un ambiente armonioso en la esfera.
Me gustaría mencionar el bisel interno que rodea el dial, también pulido con la técnica Zaratsu y que encierra como en un espejo a todos los elementos mencionados anteriormente en este afamado dial.
Como es de esperar en un reloj de esta gama, el cristal es de zafiro, con tratamiento antirreflejos que permite una lectura nítida de la hora.
Repasado el dial, es hora de comentar la caja.
Está elaborada en titanio de alta intensidad, con un acabado que ofrece mayor resistencia a los arañazos y a la corrosión que el acero inoxidable. Además, según la marca, es un 30% más liviano que el acero. Su ligereza sorprende nada más ponérselo. Esto lo hace muy cómodo, a mi ver, aunque para algunos la falta de “presencia” en la muñeca pueda resultar un elemento criticable.
El acabado de la caja sobre las asas es cepillado, mientras que los laterales de la caja son pulidos a espejo, de nuevo en base a la técnica Zaratsu mencionada anteriormente. Dichos laterales cuentan con facetados longitudinales recorriendo el largo del reloj, aportando gran elegancia a la caja. Es impresionante cómo Grand Seiko logra este acabado en una caja de titanio.
La caja tiene un diámetro de 41 mm y 12,5 mm de grosor, mientras que su longitud (“lug-to-lug”) es de aproximadamente 48 mm. Finalmente, la medida entre asas de 20 mm es estándar.
Sobre la caja vemos un fino bisel, también en titanio perfectamente pulido. El efecto de su finura es aumentar ligeramente su impacto visual, aunque en mi muñeca de 17,5 cm creo que queda estupendo. Estas medidas no rayan ni en lo grande, ni en lo pequeño, permitiendo que este reloj luzca bien con ropa casual, o tal vez con un atuendo un poco más formal.
Al lado derecho de la caja encontramos la corona debidamente firmada con el logo de la marca. Es de considerable tamaño y estriada, lo que hace muy fácil su manipulación. Dicha corona es atornillada, lo que brinda una resistencia al agua de 100 m.
Es interesante mencionar que, a la hora de dar cuerda, el reloj transmite una sensación muy, muy firme. Si bien cabría pensar que puede deberse al calibre Spring Drive, este sólo interviene en la regulación del movimiento. Lleva un muelle real como cualquier otro reloj mecánico. Discutiéndolo con varios compañeros que tienen relojes que transmiten sensaciones similares, concluyo que se debe a las pequeñas tolerancias de la tija, la junta y el tubo, quizás todos ellos diseñados precisamente para transmitir esta robustez.
Las asas están perforadas, lo que facilita quitar el brazalete si quisiéramos mudar el reloj con algún otro tipo de correa.
Pasemos ahora a la parte que en mi humilde opinión siento es el punto flaco de este extraordinario reloj: el brazalete. También elaborado en titanio de alta intensidad, es sumamente liviano. Está conformado por cinco segmentos: tres eslabones cepillados, con el central rodeado de secciones pulidas. El brazalete se estrecha ligeramente hacia el cierre y los bordes exteriores cuentan con zonas biseladas pulidas. El cierre es de tipo mariposa con pulsadores de seguridad. En el mismo podemos ver el logo de la marca, hermosamente ejecutado.
En términos generales, el brazalete y el cierre son de alta calidad, muy bien ejecutados.
Sin embargo, hay dos detalles que no me gustan. En primer lugar, debido a la falta de micro ajustes, en mi muñeca de 17,5 cm pasa de ser más holgado de lo que me gusta a quedar demasiado ajustado si quito un eslabón adicional. En segundo lugar, siento que no hay uniformidad entre las dos partes del brazalete cuando este está cerrado. Se siente como si sobrara en uno de los extremos. Es una mera cuestión estética, pero ahí está así que quería compartirla.
El fondo de la caja es de exhibición, permitiéndonos ver el calibre 9R65, protegido por un cristal de zafiro.
El acabado del calibre es de muy alto nivel, sin pretender alcanzar las cotas de la “haute horlogerie”. Después de todo, lo que prima en este caso es su rendimiento.
SEIKO dedicó 20 años para desarrollar esta tecnología, que básicamente combina el atractivo y el par motriz de un calibre mecánico con la precisión que ofrece uno de cuarzo.
Para muchos el Spring Drive es el invento horológico del s. XX. Para otros, es meramente un calibre dopado.
Si queréis decidiros sobre el asunto, os recomiendo el artículo Grand Seiko Spring Drive SBGE249 del compañero @aviation_watch, en el que dedicó media entrada a presentar la historia y el funcionamiento de este tipo de calibres.
Si queréis adentraros todavía más en este tema, hay un artículo indispensable en The Naked Watchmaker que incluye una deconstrucción detallada de este reloj y su calibre.
No hay duda de que se trata de un híbrido, pues es un reloj mecánico sin volante (por lo menos en el sentido estricto, ya que lleva un rotor unidireccional y carece de espiral). La descarga del muelle real es aprovechada por este rotor para generar corriente eléctrica, al igual que una dinamo. El rotor está diseñado para girar ocho vueltas completas cada segundo. Mientras gira genera una corriente mínima, pero suficiente, para alimentar los componentes electrónicos, incluido el cuarzo que vibra a 32.768 Hz y que proporciona una precisa referencia del tiempo al circuito integrado. Este último compara la referencia del cuarzo con la velocidad del rotor. Lo frena intermitentemente en caso de detectar que gira demasiado rápido, vía un freno electromagnético. Es precisamente el giro constante del rotor lo que permite el barrido suave e hipnótico de la segundera.
La precisión prometida del calibre 9S65 es de ± 1 segundo por día y ±15 segundos al mes. Cuenta con 30 rubíes y ofrece una reserva de marcha de 72 horas.
No quiero terminar esta reseña sin comentar el precio de este reloj. Actualmente, el PVP oficial en España es de €6.000. Su precio de lista en el mercado norteamericano es algo menor, siendo de $5.800 (€4.915) por el efecto de los impuestos indirectos. El ejemplar de esta reseña lo pude encontrar en eBay después de más o menos un mes de búsqueda diaria. El proveedor que me lo vendió por medio de eBay se llama The Watch Box, un reputado proveedor de relojes de lujo de segunda mano (seguramente muchos conoceréis a Tim Mosso del canal de YouTube de la empresa).
Mi Snowflake lo adquirí “usado” por un precio de $4.700 antes de envío y tasas. Uso comillas en la palabra usado, ya que tanto el empaquetado como el reloj llegaron inmaculados, no tenían absolutamente ninguna señal de uso.
Inicié esta reseña comentando la poca admiración que sentía por la marca SEIKO hace tan sólo un par de años. Queda claro entonces que la adquisición del Grand Seiko Snowflake representa un largo viaje en mi aventura como coleccionista. Siento que me ha permitido adentrarme en la historia de este gigante de la horología mundial, una marca por la cual hoy en día sí que siento mucha admiración y respeto. Desde mi punto de vista, su historia, aportes y logros la colocan a la par de grandes marcas suizas.
Muchos me preguntan que pasa al conseguir un grial. Desafortunadamente, creo que ya sabéis la respuesta. En mi experiencia, lo que sigue es buscar el siguiente grial, así de lindo es este interminable pasatiempo, un viaje que nunca concluye.
Enhorabuena Adrián por conseguir tu primer “grial”. Realmente es un reloj muy exclusivo y todo un compendio tecnológico. Muchas gracias por compartir.
Fantástica presentación y un reloj espectacular. A pesar de la gran cantidad de tipologías de esfera que SEIKO ha ido lanzando en estos últimos años, el Snowflake es un clásico de la marca y con el que la marca inició esta tendencia de esferas texturizadas que explota hoy en día. Enhorabuena por la adquisición. 😉
Gracias por tu artículo Adrián.
La calidad de acabados y esferas de los gran seiko son de otra liga.
Por cierto, si eres de Costa Rica que sepas que me maravillo tu país cuando lo visite hace años.