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Como ya sabéis, en cada presentación intento introducir algo relativo a la historia y desarrollo del ferrocarril en EEUU paralelamente al florecimiento de su industria relojera. Esta última, no se podría conocer ni entender en gran medida sin tener siempre presente al motor impulsor de la misma; es decir el propio ferrocarril. Su notable desarrollo, propició la creación de nuevas ciudades, industrias, la colonización de nuevos territorios (para desgracia de los nativos) y la supuesta cohesión nacional de un país que aún se lamía las heridas de una cruenta guerra civil. Todo esto lo pudimos ver de forma general en la primera entrega.
En la segunda entrega, dedicada al Waltham Vanguard vimos como se automatizó la producción de relojes a niveles nunca vistos, su incremento de ventas y la creación de grandes consorcios que dieron pie a una de las “épocas doradas” de la historia horológica mundial.
Efectivamente, el ferrocarril movía millones de dólares tras de si, creando cientos de miles de puestos de trabajo y otorgando oportunidades de negocio a quien fuese lo suficientemente listo e intrépido para aprovecharlas. Controlar y dirigir una parte de este monopolio no era fácil y para abrirse paso, algunos de estos hombres intrépidos no dudaron en chantajear a la clase política, hacer espionaje industrial, manipular a sus trabajadores… La industria relojera no fue una excepción y me gustaría ejemplarizar estos hechos con la figura de John C. Dueber, emigrante prusiano que tuvo la habilidad necesaria para crear una de las mayores factorías de relojes de su época: la Hampden Watch Co..
Y como ya debéis imaginar, el reloj a presentar se trata de un reloj salido de su factoría, el “Special Railway”, posiblemente una de las mejores creaciones de Hampden y a su vez uno de los mejores relojes norteamericanos del último lustro del siglo XIX.
Aquí su precioso calibre, ricamente decorado.
En un folleto publicitario del 1903 (año del que data mi unidad) podemos ver sus características:
Me ha llamado la atención la última frase “the handsomest, most finely finished and closely timed movement made in America.” No se si la publicidad estará en lo cierto, pero si que estaba entre los mejores movimientos de su época. Sin embargo, y esto es una simple percepción mía, motivada por todo lo que he leído, los relojes de la casa Hampden parece que no eran tan apreciados por los coleccionistas, es decir; que esta marca no era tan apreciada como Hamilton, Illinois, Elgin o Waltham… Indagué un poco sobre esto (siempre desde mi punto de vista totalmente subjetivo) y encontré en el “Horology Club 185” una posible respuesta a esta cuestión de uno de sus miembros, que cito literalmente:
“Chris, Hampden popularity is in my opinion influenced by a some unfortunate history. 1. John Dueber was a hard nosed old German case maker who refused to bow to the Elgin, Waltham etc. watch trust and cut his prices. The trust tried to ruin him and drive him out of business. Mr. Dueber bought Hampden and made it a competitive company ready to do battle for the market. Where possible the trust impugned Hampden watches and that has stayed with us, particularly with the early collectors. 2. Hampden was sold to the Russians and the records are gone, so no easy data base. 3. When Mr. Duebers son sold the company a bunch of financial speculators pretty well ruined the Hampden name with some poor watches in the last few years. 4. Hampden was never one of the top makers in terms of size. 5. Most people who dismiss Hampdens have never had the fun of comparing a Hampden Railway grade with an equivalent Illinois, Hamilton or Elgin. I have done that and I can tell you I have a 105 that does as good or better than my Bunn Special and I love them both. 6. In my part of the country Hampdens were frequently carried by farmers and workmen because they were a bit cheaper and were solid. I have been to many farm sales where well used Hampdens showed up and they did not get that way in sock drawers. Truly the orphan company and if you want to have fun see how many 16s 21j New Railways show up on Ebay compared to 16s 21j Bunn Specials.”
Esto hizo que me acercase un poco más a la figura de John C. Dueber y casualidades de la vida fue de la mano de un conocido mio, el Sr Alan Garret, autor de uno de los mejores libros sobre horologia soviética que se han escrito actualmente: “The Birth of Soviet watchmaking”, que trata de como la Hampden Dueber Wacht Co. fue adquirida en parte por los soviéticos y su establecimiento en Moscú. Decir que el Sr. Barret está haciendo una actualización de su libro y cita y utiliza para ello un artículo que escribí hace ya un tiempo sobre una de estas factorías y el periodo convulso del 1941, cuando Alemania invadió la URSS.
Pero volvamos al Sr Dueber y a su fascinante historia de la mano del Sr. Garret (os invito sin ambages) que leáis su narración, clara y veraz, en este enlace.
Veamos si las afirmaciones antes citadas son correctas
Efectivamente. John C. Dueber perteneciente a una familia prusiana que fabricaba cajas para relojes , fue un emigrante como tantos otros que se fueron al nuevo mundo en busca de fortuna. Se establece en Cincinnati el 1865 donde fundó una fábrica de cajas para relojes. Pronto empieza a destacar en el mercado por el bajo precio de sus cajas y la calidad de las mismas cosa que irrita al Trust norteamericano de fabricantes de cajas. Dueber se niega a bajar sus precios, a dejar de vender en otros estados o a entregar parte de su producción al fideicomiso.
“John Dueber got embroiled in yet a another dispute, this time with three of his largest watch making customers: Elgin, Waltham and Illinois. This resulted in them, and the Watch Case Trust, boycotting his products.
In the early years of American watch making the then small number of companies made both cases and movements. As the industry developed separate companies were formed to make either cases or movements exclusively. The case factories used mass production techniques and multiplied faster than the movements manufacturers and soon there was overproduction of cases. The watch case manufacturers banded together and formed the infamous “Watch Case Trust”. Trusts were agreements between business competitors, selling the same product or service, regarding pricing, market allocation and agreement not to compete within each others’ geographic territories, etc.. John Dueber was opposed to trusts and refused to join. As a consequence, he was subjected to a boycott which made trading very difficult.”
La dificultad para vender sus cajas hizo que El Sr. Dueber adquiriese la parte mayoritaria de las acciones de la Hampden Watch Co., siendo el primer fabricante de relojes que a su vez también fabricaba sus propias cajas.
Me hubiese encantado que la caja de mi reloj hubiese sido de la misma Dueber pero como podéis observar en esta fotografía, se trata de una Wadswort pilot.
Esta jugada maestra le sirvió para poder seguir vendiendo sus propias cajas cosa que le valió la enemistad de muchas compañías que entraron en más disputas: como con Keystone Watch Case, que dos años antes ya le acusaba de “espionaje industrial” y de llevarse sus mejores empleados para que trabajasen en un nuevo método de laminaje de oro.
“The Keystone Watch Case company of Philadelphia utilised their Jas. Boss patent* to manufacture gold watch cases in one piece, a technique they were later able to apply to silver cases. Their cases had many advantages over Dueber’s and began to hurt his sales to such an extent that he sent spies to either find out what was behind the process, or poach away some key workers. Dueber chose Dick Clarke for the job and authorised him to spend as much money on wining and dining Keystone staff as was necessary. However, Clarke encountered a loyal workforce who ate and drank with him and then reported the situation back to Hagstoz & Thorpe, the Keystone owners. The matter was brought to a head when Dueber and Clarke travelled to Philadelphia and tried to entice key apprentices to come and work for him, with the offer of higher wages. This practice contravened State Law and gave Hagstoz & Thorpe the opportunity to have John Dueber & Dick Clarke arrested and charged. The men were apprehended at the Wall Street Theatre (which the report insinuated was a venue for the enjoyment of “Forbidden Fruits”) and later bailed in the amount of $8,000 per man. Hagstoz & Thorpe claimed $85,000 in compensation for lost business.”
Si deseáis leer la noticia completa de su arresto publicada en prensa, lo podéis ver aquí.
Cuando John C. Dueber se alzó como accionista mayoritario y tomo el control absoluto de Hampden, quiso unificar las dos fabricas: la de las cajas y la de los relojes. Tuvo muchos problemas para establecerse en diferentes estados ya que estaba en disputa contra los Trust, pero fue finalmente Canton, en el estado de Ohio, quien aceptó las “generosas ofertas” de Dueber y finalmente la fábrica se instaló allí:
“John C. Dueber was invited together with his eldest son, Joseph C. Dueber and a party of 40 associates and assistants, to a large meeting in Canton. The meeting was held at the Opera House in June 1886, with 1,500 attending. The Duebers were told that in addition to the gift of $100,000 by the citizens of Canton, 20 acres of farm land would be donated on which to site the factory buildings (later a further five acres would be donated for additional parkland to surround the factory). A congratulatory telegram was received from local Congressman William McKinley, later to become a personal friend of John Dueber, and more importantly, the 25th US President. The city council also agreed to a railroad spur running into the factory grounds from the Pennsylvania Railroad.”
Evidentemente Dueber hizo campaña para el futuro presidente…
Y así nació la “Dueber watch Co.”
No se olvidó de sus competidores el Sr. Dueber cuando la ley Sherman anti-trust entró en vigor el 1890 y puso una demanda, pidiendo compensaciones económicas por los años de boicot, que ganó en los tribunales.
“After the passage of the Sherman Anti-Trust Act in 1890, John Dueber brought an anti-monopoly suit for $950,000 damages against The American Watch Trust for its alleged conspiracy to boycott his products. The combined capital against Dueber was about $10M. At that time the capital of the Dueber Watch Case Co. was $2M and of the Hampden Co. $0.2M. The courts decided against the Watch Trust in 1893 and the boycott was called off in 1895. “
Aun así, Waltham y Elgin interpusieron otra querella, esta vez por copia de patentes (Colby patent) y es curioso que un tribunal de apelación dirigido por el juez Howar Taft (otro futuro presidente de los Estados Unidos) la desestimase en favor de Dueber. No tuvo tanta suerte el Sr. Gruen.
Aquí tenéis toda la documentación oficial del caso.
Como ya vimos en la primera entrega, Web C. Ball, al frente de una comisión, publicó en 1893 los estándares que debían superar un reloj para que su uso fuese aprobado para el ferrocarril.
Los ingenieros de la Hampden Watch Co. habían desarrollado años antes un calibre conocido como “Railway” de 15j., que se actualizó a 17j. y se convirtió en un superventas. Sin embargo, en la última década del S. XIX, las compañías espoleadas por el jugoso negocio del ferrocarril, empezaron a realizar calibres superiores de grado en innovación técnica y joyería. Las “recomendaciones” de Ball sirvieron aún más para inflamar esta guerra comercial. John Dueber no se quedó atrás en esta lucha abierta y creó dos de sus mejores calibres denominados: “Special Railway” y “New Railway.” Encontré un Almanaque realizado por el Sr. Kent Singer para el Railroader’s corner de la NAWCC donde ilustra perfectamente todos estos movimientos de las compañías relojeras para intentar ganar su parte en el negocio y en especial haciendo referencia a la Dueber-Hampden Watch Co.
Mi unidad es un buen ejemplo del nuevo “Special Railway” en su versión top y encontramos toda la información referente aquí.
En esta imagen podemos ver lo bien que se conserva el calibre “two-tone” con unos magníficos acabados.
Me admira ver lo bien construidos que están sus puentes.
Y su dial cerámico tan característico de doble hendidura con números arábigos, propio de los relojes de alta gama de la época.
Donde las agujas del tipo “Morning Glory” rompen un poco la monotonía de las archi-conocidas agujas de pala. Alguien podría alegar que esas agujas no son coetáneas de un reloj ferroviario, pero solo hay que fijarse en la imagen del catálogo del principio del artículo o de otras publicidades de la época y no olvidarse que John C. Dueber era un hombre que nadaba contra-corriente como veremos más adelante, incluso contra las prescripciones dictadas por Ball.
De todas formas hay que pensar que no todos los relojes con grado de ferrocarril sirvieron en el mismo y ya se encargó, y de forma muy inteligente, el Sr. Dueber de relacionar sus relojes top con el ferrocarril.
En 1893, tuvo la brillante idea de patentar los nombres “Special railway” y “New Railway.”
En 1899, John Dueber puso una demanda contra Ball y Waltham por interferencia al usar el nombre “Railway” en alguno de sus relojes. Si nos fijamos con atención en la imagen de la publicidad, nos advierte claramente que los únicos “Railway” verdaderos son los suyos. ¿Esto iba dirigido contra las dos anteriores compañías, o contra los “Swiss Fake” que en aquel tiempo invadieron el mercado? Es una opinión totalmente subjetiva mía, pero parece que su publicidad es un poco más “agresiva” que la de sus competidores. A continuación repasamos unos cuantos ejemplos.
¿Contra Elgin y su “Father Time”? Con quien ya tuvo su encontronazo con el Trust al que pertenecía Elgin y su boicot, como ya vimos.
¿Contra Waltham y otra vez contra Elgin por el pleito de la Colby Patent?
Como apunte, el Sr. Ball, que fue gerente comercial de Dueber, creó después de promulgar sus reglas su propia casa relojera, que se suministraba de calibres fabricados por Waltham y Hamilton, y que alguno de los principales ingenieros de Hamilton, también lo fueron de la propia Dueber… Sea como fuese, John C. Dueber volvió a ganar el pleito y ya se encargó de airear su éxito a los cuatro vientos.
Aquí la noticia de la demanda y su resolución:
O el propio comunicado oficial que hizo la Hampden. Fue realmente un gran triunfo personal de Dueber.
Me gustaría terminar esta singladura con el único retrato a cuerpo completo que existe de John C. Dueber, que para mi ejemplariza a la perfección ese “otro mundo” de la relojería norteamericana donde gente audaz fue capaz de llegar al éxito desde la nada, a la sombra del floreciente mercado del ferrocarril. Se que es un tema de difícil lectura, pero también apasionante, así que lo he intentado hacer lo más ameno posible.
Como siempre muchas gracias por vuestra atención y nos vemos en la próxima entrega.
Me quito el sombrero querido Miquel, gracias por este extenso e interesante artículo, como siempre muy ameno, una delicia leerlo.
Moltes gracies estimat amic.