@admin
Si bien la mayoría de los trabajos que hemos presentado en nuestra categoría dedicada al fascinante mundo de los relojes de bolsillo han versado sobre la producción estadounidense de relojes ferroviarios, ahora nos centraremos en el universo horológico británico.
Vamos a retroceder un poco en el tiempo para ver como en los siglos XVIII y XIX el Reino Unido era el centro de la relojería mundial.
En las siguientes entradas iremos introduciendo conceptos, modelos de fabricación, patentes y demás elementos que conformaron todo “el buen hacer” de la relojería británica. Para ello iremos enseñando diferentes relojes que fueron bastante representativos en la época en la que aparecieron.
En la entrada de hoy os enseñaremos un trabajo del “relojero” Richard Hornby realizado en 1849.
Como habréis podido observar, he entrecomillado adrede la palabra “relojero” y antes de entrar en materia propiamente dicha, deberíamos intentar explicar este concepto, ya que su significado puede diferir bastante de lo que actualmente entendemos por “relojero”.
Un buen punto de partida lo encontramos en la definición de “Wachtmaker” ofrecida por Ress en su “Cyclopædia” o “Universal Dictionary of Arts, Sciences, and Literature” que se empezó a publicar en 1800 y se terminó en 1828.
Si leemos con atención vemos que Ress define el término u oficio de “relojero” como aquel que construye (aunque en este caso sería más adecuado traducirlo por “finaliza”) un reloj sin participar en la producción de los materiales que componen el mismo. Y subraya “sólo en el principio en el cual se empezó a desarrollar este arte”. Luego describe una división y organización del trabajo necesario para realizar un reloj.
Efectivamente, el “relojero” británico de principios del s. XIX era aquel minorista que vendía el reloj. En el mejor de los casos, el relojero o minorista terminaba de ensamblar, ajustar, decorar o añadir alguna invención suya realizada por encargo al producto final que después se encargaba de vender. Por norma general el relojero compraba movimientos “básicos” realizados en Lancashire, Coventry o Prescot; en su taller (si conocía el oficio) estos movimientos se enjoyaban, se decoraban, se ajustaban y se ponían a disposición del cliente. Los grandes centros de acabado se encontraban situados en las grandes ciudades, como Londres, Liverpool o Birmingham.
Si volvemos a Ress y su “Cyclopædia” podemos encontrar una lista de los oficios o artesanos que eran necesarios a la hora de producir un reloj, desde los que participaban en la creación del movimiento hasta los que necesitaba el minorista para finalizarlo y ponerlo a la venta. En algunos casos la lista ascendía a más 100 oficios.
Este método de división del trabajo ya se había iniciado en el s. XVIII. Si bien prácticamente todo se hacía a mano, la revolución industrial empezó a introducir ciertos cambios en la producción (como el de aunar a los artesanos en una fábrica para producir el movimiento en bruto), pero todavía lejos de la producción automatizada e integral que desarrollaron los relojeros norteamericanos a mediados del s. XIX y que pudimos ver en esta entrada.
Hay suficiente bibliografía en catálogo para poder tener una visión más exacta sobre el fenómeno de la producción horológica en Inglaterra en los s. XVIII y XIX, pero un buen resumen para el que desee más adelante profundizar en el tema lo puede encontrar aquí.
Como hemos podido aprender, el relojero a veces no participaba absolutamente en nada durante el proceso de fabricación de un reloj. Pero en el caso que nos ocupa hoy, Richard Hornby sí que conocía su oficio y ya provenía de una antigua familia de relojeros artesanos. Vamos a conocerlo.
Dada la particular naturaleza del oficio de “relojero” que hemos intentado describir en la introducción, encontrar información sobre su persona no es nada fácil a no ser que hubiese patentado o escrito algún trabajo técnico sobre relojería. Por ello, debemos remitirnos a fuentes biográficas como partidas de nacimiento, censos de la época, censos de colecciones de museos, etc. Una de las primeras notas biográficas que encontré sobre este relojero hace referencia a un reloj que se conserva en la colección del British Museum y que cito literalmente.
“Maker of watches, chronometers and barometers. Working 1814-23 at new Scotland Rd, Liverpool, 1823-34 at Pool Lane, Liverpool, and 1848-c.1860 at South Castle St, Liverpool”.
A este “relojero” lo denominaremos R.H. 1.
Para complicar un poco más las cosas, en la misma cita nos encontramos con otro R. Hornby que además coincidieron en la misma época, falleciendo este último 11 años antes.
“Son of Gerard (watchmaker) and Hannah Hornby. Born 14th june 1789, died 18th November 1849. He had a son, also named Gerard, who joined and later took over the family business”.
Este “relojero” será R.H. 2.
Otra cita bibliográfica importante la encontramos en un censo de 1833 donde aparece un tal R. Hornby y parte de sus hijos y que podemos identificar como R.H. 1.
A todo esto, hay que sumarle que el hijo mayor de R.H. 2 (Gerard) siguió el negocio familiar firmando los relojes como “Richard Hornby” y que los dos relojeros con el mismo nombre tenían la misma tienda ubicada en “Pool Lane” (Liverpool). He estado cotejando diferentes relojes realizados por los dos Hornby en catálogos de varias colecciones, pero no he sabido (a falta de mayor conocimiento) diferenciar o atribuir el trabajo a uno o a otro y pienso que en algunos catálogos la información puede ser muy confusa (siempre partiendo de la premisa de que la información dada por el British Museum sea la correcta).
A falta de consultar unas fuentes a la hora de la redacción de esta entrada (y que actualizaría si fuese necesario), lo que me ha quedado claro es que estos dos relojeros tenían bastante “renombre” en su época, que provenían los dos de familias relojeras y que trabajaron en la creación de cronómetros marinos (como podemos observar en el ejemplo anterior) algo nada baladí en su tiempo.
Afortunadamente, encontré un magnifico trabajo de investigación realizado por el Sr. Allan C. Purcell, miembro de la NAWCC, titulado “The Two Richard Hornby’s“. En su investigación, el Sr. Purcell indaga por la genealogía de los dos relojeros y nos da unas claras y precisas claves de interpretación para poder diferenciarlos.
Una de ellas es el muestreo de la firma que encontramos en los relojes, siendo al parecer una premisa el que R.H. 2 añadiese siempre la dirección de su establecimiento. Pero en nuestro particular caso esta premisa no funciona. Tras consultar con él, de manera amigable el Sr. Purcell atribuyó la fabricación de mi reloj al Richard Hornby 2, pero si observamos de nuevo el calibre vemos que viene solo con la firma.
Si lo comparamos con otros relojes atribuidos a R.H. 2 como el ejemplar que citamos al principio del Museo Británico (donado por el propio Allan C. Purcell) vemos esta notable diferencia.
Con suma diligencia, el Sr. Purcell aludió al hecho del alto número con el que viene marcado nuestro protagonista (26415) para dictaminar que el reloj fue “finalizado” por R.H. 2. Efectivamente, si leemos con atención su trabajo, vemos que había una diferencia notable entre los dos relojeros llamados Richard Hornby.
El primero fue durante su vida un relojero reconocido pero humilde, mientras que el segundo vivió menos años, pero generó riqueza con su oficio. Esto puede ser debido a que vendiese más relojes y por lo tanto ganase más dinero (es sabido también que muchos de sus relojes se exportaron al creciente mercado estadounidense antes de que ellos desarrollasen su propia y poderosa industria décadas más tarde). Quizás sea sólo una quimera mía, pero este reloj lo adquirí en los Estados Unidos.
Otro factor importante, que ya hemos citado, es que tras su muerte el hijo de R.H. 2, Gerard, siguió firmando sus relojes con el nombre de su padre. En esta tabla encontramos el cotejo de calibres que confeccionó Allan C. Purcell durante casi seis años de investigación. ¿Entonces, por qué no aparece “Pool Lane” grabado en el calibre? Como bien me advirtió, nada se puede afirmar o desmentir con total certeza, pero por mi parte tomo por buena la sugerencia de Allan C. Purcell de atribuirlo a Richard Hornby 2.
Una vez identificado el relojero, vamos a ver qué aspectos diferenciadores tiene el reloj y que lo definen per se.
Empecemos por el conteo y la disposición de las joyas.
Lo primero que nos llama la atención es el inusual tamaño de las joyas y la disposición de las mismas. Esta es una característica típica de los relojes que se fabricaban a mediados del s. XIX en Liverpool. Debido al inusual tamaño de sus joyas, a esta particular tipología de calibre se la ha denominado como “Liverpool Windows”, aunque desconozco desde cuando se utiliza este epíteto. Al parecer su gran tamaño permitía la entrada de luz, ayudando al relojero a mirar si en su interior estaba todo bien ensamblado y en orden.
Las joyas pueden estar fabricadas desde cualquier mineral de la familia del corindón (rubís y zafiros) como de minerales de cuarzo. He tenido la ocasión de poder leer un interesante trabajo (publicado en 1954) de Alvin Kleeb, gemólogo y coleccionista de relojes. Hace un análisis de este tipo de joyas, citando la utilización de crisoberilo y cimofama en su fabricación. El conjunto está rematado por un diamante de considerables dimensiones en talla rosa. Su conteo puede oscilar entre 20 y 24 joyas, pero no puedo asegurarlo sin abrirlo.
Podemos comparar esta particular disposición de las joyas con otro reloj también finalizado en Liverpool en la misma época (que será el protagonista de una futura entrada) y ver que se trataba de una “marca de fabricación”.
Otro de los elementos que puede ayudarnos a identificar si un reloj fue terminado en Liverpool son las “puntas de flecha” de Lancashire que conforman la escala del regulador. Por norma general siempre se grababan en este estilo.
Pero veamos otra vez una imagen completa del calibre para tener otras consideraciones en cuenta.
Podéis observar que el volante es de una pieza con tres brazos realizado enteramente en oro. Lleva el típico regulador Bosley para este tipo de volantes. El puente donde se sujeta está decorado con una bonita ornamentación floral muy característica de la época. Los “pétalos” que rodean el diamante es otro distintivo típico del trabajo de Liverpool.
Fijándonos con atención podemos observar a la altura de las 3h una diminuta leva. Manipulándola podemos parar el reloj, es decir es un “stop work”. Mucho se ha especulado sobre el uso de este dispositivo (desde un uso médico, hasta para cronometrar carreras de caballos) pero la teoría que parece más razonable en su función sería la de sincronizar nuestro reloj con el reloj de la estación o el reloj del ayuntamiento de la ciudad.
En la “cola” del puente lleva grabado la palabra “Patent”. Esto nos puede dar una idea del tipo de escape que lleva este reloj. Durante la primera década del 1800, un relojero llamado “Edward Massey” patentó hasta cinco tipos de escape de palanca, mejorando la palanca de Thomas Mudge, a quien se le atribuye el invento de este tipo de escape. Su tercer modelo fue el más popular y común de todos ellos. Este tipo de escape fue uno de los avances más significativos realizados por la relojería inglesa.
La conocida como “palanca inglesa” se fabricó hasta prácticamente bien entrado el s. XX y se instauró como otra seña de identidad de los relojes ingleses.
Sin embargo, Richard Hornby realizó alguna variante sobre el típico escape de palanca, aunque se desconoce si llegó a patentarlo, siendo lo más probable que nunca lo hiciese. Aquí podemos observar un buen ejemplo de ello, bien documentado. Desafortunadamente, aún no tengo los conocimientos necesarios para poder saber que tipo de palanca podemos encontrar en mi unidad sin abrirlo.
Para terminar con este apartado sobre el reloj no debo olvidarme de citar que la fuerza motriz del reloj le era dada por el accionamiento del “Fusee” (o “caracol”) sobre el muelle real, algo de lo que ya hablamos en mi artículo sobre el A.P. Walsh.
Otro de los elementos más importantes a la hora de conocer la procedencia de un reloj inglés y saber con un mínimo de certeza de que no nos están engañando, es su caja. A diferencia de los relojes norteamericanos, los ingleses se vendían con caja. Estas, fabricadas en oro o plata, llevan unos sellos que garantizan su autenticidad, así como su año de fabricación, lo que nos proporciona una información vital que podemos cotejar con las características del calibre y la biografía del relojero.
En nuestro caso lleva las marcas de plata de Chester que lo sitúan en 1849 y la marca de su fabricante “Ralph Samuel” afincado en 72 Wood Street, Liverpool. El colgante de la caja (que era realizado por otro oficiante) también tiene su sello identificativo, pero está tan gastado que no he podido identificarlo.
Terminaremos esta primera entrada dedicada a los relojes ingleses citando que en su conjunto este reloj era de muy buena calidad para la época en la que se fabricó. Sabemos que a mediados del s. XIX se exportaron muchos relojes de Liverpool al continente americano (en este caso las agujas son de estilo americano y en algún momento debieron ser reemplazadas). Tener un reloj de estas características debía ser un privilegio dado el precio a que se vendían (unas 22 libras en una caja de oro, que equivaldría a una suma actual de unas 3.000 libras, aproximadamente).
Por la fecha de la caja y las características del mecanismo, nada nos dice que no sea original (incluso el dial está firmado). Haciendo caso a la sapiencia del Sr. Allan C. Purcell, bien podría tratarse de uno de los últimos relojes que “finalizó” Richard Hornby 2.
Por todo ello, me ha parecido un buen representante para iniciar esta nueva aventura horológica. Continuará…
Como siempre un placer leerte Miquel.
Magnífico artículo, didáctico a la vez que ameno. Gracias por descubrirnos estas pequeñas joyas.
Muchas gracias Pere. Celebro que te guste.
No dejas de superarte, muchas gracias y enhorabuena por otra gran pieza