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Un Relojero, Schweppes Y El Coronavirus. #YOMEQUEDOENCASA

@gorietesfoner

Queridos amigos, nos toca vivir días extraños debido al dichoso virus que ha obligado a paralizar países enteros, obligándonos a tomar medidas extremas sin precedentes. El COVID-19 se ha llevado demasiadas vidas ya. De momento, no da signos de remisión a excepción de los primeros países que lo padecieron, provocando mucho sufrimiento y desconcierto a las familias. Los gobiernos van declarando estados de alarma, de emergencia nacional, etc. Entre las obligaciones que tenemos encomendadas, está la de no salir de casa, salvo excepciones y para casos de urgente necesidad y de forma limitadísima. Tantas horas en los hogares hace replantearnos la vida tanto a nivel individual, como a nivel colectivo. Sin duda, daría para otro artículo y no sería precisamente breve. Este confinamiento ha incrementado la comunicación con mis amigos. El tráfico de mensajes ha aumentado considerablemente, incluido con mis amigos entusiastas de los relojes.

Entre mensaje va y mensaje viene, me han recomendado tomarme tónica. Desde hace unos años, esta bebida me ha cautivado, la tomo frecuentemente, a veces sola y a veces en el popular gin & tonic, añadiendo la cantidad adecuada de ginebra para no toparnos con un agua de colonia. El sabor dulzón inicial deja paso a un cosquilleo burbujeante, acabando en una nota amarga.

Uno de los ingredientes de la tónica, la quinina, es la que le proporciona el sabor amargo. Ya se utilizaba por los chamanes y curanderos en Sudamérica hace siglos. El nombre indígena que el pueblo Quechua tenía para el Quino era “quk-quin”, o quinina. Sus propiedades medicinales eran conocidas, ya que era eficaz para curar las fiebres y dolores estomacales de los enfermos. Hay dos teorías sobre su origen. La primera narra la historia de cómo un rayo partió un árbol de Quina, y éste cayó en el lago donde los indios recogían agua. Notaron un sabor fuerte y amargo y observaron que los enfermos de fiebres se curaban. También se baraja la posibilidad de que por observación de ciertos animales que ingerían la corteza del quino, los nativos comenzaban a emplearla hasta que pudieron identificar cuáles eran sus propiedades.

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Desde 1590, varias crónicas relatan la curación de las fiebres de los españoles en tierras americanas. En 1640, el Doctor Juan de la Vega, que era el médico del Virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, cuarto Conde de Chinchón, introdujo la quinina o cinchona en Europa; fue coetánea con la realizada por los misioneros de la Compañía de Jesús, de ahí que también se la llamase “polvos de los jesuitas”.

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En 1655, el rey Carlos II de Inglaterra enfermó de fuertes fiebres, Europa estaba sufriendo una gran epidemia de malaria, y la quinina era el único tratamiento eficaz conocido. El rey, al ser protestante, tenía prejuicios sobre el origen católico del medicamento. Robert Talbot le salvó la vida mediante un remedio “protestante”, y fue nombrado médico real. Amasó una fortuna curando a Reyes de diferentes naciones europeas. Vendió la fórmula secreta a condición de que solamente fuese revelada en el momento de su muerte. En 1661, por fin, se da a conocer su composición que no era otra que la de los “polvos de los jesuitas”.

Durante el siglo XVIII, se produce la expansión del cultivo de la quina, creando un monopolio que resultó muy rentable en Perú y Bolivia, convirtiéndose en la tercera fuente de ingresos de estos países, por detrás del oro y la plata. De hecho, el quino forma parte del escudo nacional de Perú.

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En 1783, en Ginebra, Joham Jacob Schweppe, que era un relojero alemán residente en Suiza, juega un papel fundamental en nuestra historia. Fue el primer productor y comercializador de bebidas carbonatadas. No he podido encontrar ningún tipo de referencia horológica sobre él. De hecho, he llegado a leer que no le gustaba su oficio. Sinceramente, creo que más bien su afición científica y el éxito comercial le llevaron por un camino diferente al de los relojes. Tomó como base los descubrimientos de Joseph Priestley en cuanto a carbonatar el agua de manera artificial, colocando un recipiente conectado a una cuba de fermentación en fábrica de cerveza en Leeds. La cuba de fermentación libera CO2 de forma natural durante el proceso de transformación de los azúcares en alcohol de baja graduación. Con este resultado, prosiguió sus investigaciones mediante procesos químicos utilizando ácido sulfúrico y carbonato cálcico, produciendo CO2 de forma artificial. Este gas se infusionaba en agua agitada, provocando una reacción efervescente.

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Jacob Schweppe

Jacob Schweppe fue capaz de simplificar la gasificación aplicando dos compuestos: el bicarbonato sódico y el ácido tartárico. Empleando este proceso, en 1783, y bajo su nueva marca Schweppes, vendió estas aguas como remedios medicinales para tratar indisposiciones digestivas. En 1792, traslada la compañía a Inglaterra, al 141 de Drury Lane en Londres. Continuó con su negocio en Inglaterra hasta retirarse en 1798, dejando el negocio abierto a su expansión futura, bajo el nombre de J. Schweppe & Co.. Sus sodas tuvieron una modesta acogida hasta que Erasmus Darwin, abuelo de Charles Darwin, que era un gran admirador de la bebida, la popularizó.

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En la primera mitad del siglo XIX, el rey Guillermo IV de Inglaterra apadrina la bebida, y así es como Schweppes comienza a usar el famoso epígrafe “by appointment of” (“por la gracia de su majestad”). Uno de los grande éxitos de la marca fue ganar el concurso para suministrar oficialmente refrescos en la primera feria internacional, la Gran Exposición Universal, que se celebró en el Palacio de Cristal en Hyde Park, Londres, en 1851.

Mas tarde, el Inglés William Cunnington, estando en la India por motivo de unas exploraciones arqueológicas, observa que los lugareños tenían un brebaje natural muy estimulante y con propiedades digestivas. Sus ingredientes principales eran extracto de quassia amara y quinina. Al volver a Londres, elaboró un refresco gaseoso con esas características, dando nacimiento a la tónica.

Alrededor de 1870, la compañía Schweppes empieza a comercializar su versión de la tónica, que fue utilizada en la India por el ejército británico para que sus soldados se repusieran de la malaria.

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Y como este sitio de web va de relojes, tengo que mostraros una foto de la época (de circa 1879) en la que podemos visualizar a soldados británicos en campaña en la actual Afganistán, y en la que se aprecia claramente que uno de los oficiales lleva un reloj de pulsera.

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Fuente:
https://forums.watchuseek.com/f11/beginning-wristwatch-first-photos-men-wearing-wristwatch-1303338.html

En abril del 1912, Walter James Hawksford, original de Kingston en Inglaterra, viaja a Nueva York a bordo del Titanic para convertirse en el primer jefe de exportación de Schweppes. Sobrevivió al fatídico viaje. Sin embargo, junto con el barco, se hundieron las botellas que llevaba a los E.E.U.U. En 2012, durante una expedición al Titanic, lograron rescatar una de las botellas originales de Schweppes, para asombro de todos, fue encontrada en perfectas condiciones pese a haber permanecido en el fondo del océano hasta ese momento.

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No es de extrañar que, ante la búsqueda de una cura efectiva para el COVID-19, hayan salido en las redes multitud de noticias sobre vacunas y posibles remedios. Hay que ser muy muy cautelosos con respecto a todos ellos, ya que a día de hoy se están investigando todas estas opciones, a contrarreloj, y es muy pronto para afirmar nada.

Entre estas posibles soluciones hay científicos que sostienen que la cloroquina, al igual que es efectiva contra la malaria, podría destruir también el coronavirus. Hay al menos dos estudios que otorgan a la cloroquina cierta efectividad, sola y en combinación con otra medicación antibiótica. Pero a diferencia de la quinina, la cloroquina es una droga sintética, y no se produce a partir de la quina. De hecho, fue el sustituto de la quinina a mediados del siglo pasado.

El 19 de febrero se publicó un artículo por investigadores chinos a partir de un ensayo clínico realizado en más de diez hospitales (en Wuhan, el foco de la infección, además de en Pekín y Shanghai). Este estudio concluyó que los resultados obtenidos hasta ahora, con más de 100 pacientes, han demostrado que el fosfato de cloroquina es más eficaz que el tratamiento recibido por el grupo comparativo para contener la evolución de la neumonía, mejorar el estado de los pulmones para que el paciente vuelva a dar negativo al virus, y acortar la duración de la enfermedad.

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Mas recientemente, un estudio de Didier Raoult, director del Instituto Mediterráneo de Infecciones en Marsella, un tratamiento con cloroquina había dado muestras de eficacia contra el COVID-19. En concreto, se ha comprobado que parece evitar la fusión del virus en las célula, es decir, modifica la célula para evitar que el virus entre. De nuevo, el objetivo del estudio clínico es intentar frenar la progresión de la infección, acortando el tiempo en que un enfermo positivo puede infectar a otras personas

Dicho lo anterior, y según Jean Paul Giraud, que es un reconocido especialista en farmacología y miembro de la Academia Nacional de Medicina francesa, la cloroquina tiene una serie de efectos adversos como enfermedades del sistema inmune, trastornos gastrointestinales, náuseas, vómitos, y problemas a nivel hepático. Por tanto, es un compuesto muy peligroso en caso de sobredosis, llegando a poder producir la muerte, y ya se han dado casos de gente que ha enfermado por esto.

Ayer, 21 de Marzo, varios hospitales españoles comenzaron dos ensayos clínicos con pacientes para demostrar la efectividad del Remdesivir, un nuevo fármaco desarrollado por la farmacéutica estadounidense Gilead Sciences para tratar el ébola que aún está en fase experimental. La cloroquina, aunque se está probando por especialistas en algún hospital en España, a día de hoy no parece que esté entre los fármacos escogidos por las autoridades sanitarias

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En Estados Unidos, según he leído, habrá estudios paralelos. La cloroquina en principio se usará para casos tempranos y leves para evitar el contagio, bloqueando al virus. Para casos más graves, se utilizará Remdesivir.

Alemania también se suma a la utilización de la cloroquina para acabar con la pandemia. El país ya se ha asegurado grandes cantidades de cloroquina y el Instituto de Medicina Tropical de Tübingen probará este medicamento contra el coronavirus apartir de la próxima semana, según ha anunciado el director del instituto Peter Kremsner, y a la vista de que un gran número de pacientes con COVID-19 han sido tratados con cloroquina en China e Italia.

Esperemos que independientemente del tratamiento que se utilice, podamos salir de esta pesadilla, recuperar la vida normal, el trabajo y por encima de todo, a nuestros seres queridos.

Brindo por ello. ¡Salud!

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10 comentarios en «Un Relojero, Schweppes Y El Coronavirus. #YOMEQUEDOENCASA»

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