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Omega Seamaster 300 Professional Diver: El Reloj Definitivo

@Peteflay

Antes de nada, comentar que hace tiempo me rondaba por la cabeza escribir este artículo. La idea surgió tras un comentario del compañero @spitfiremkii (Pere P.) tras mi adquisición a finales de 2019 del que era mi grial desde hace mucho tiempo: el Omega SMP300 Diver. Lo que sigue a continuación es una mezcla de opiniones personales, sensaciones, etc., no una reseña detallada. En ningún caso pretendo sentar cátedra sobre nada. La entrada expresa simplemente tal como veo yo las cosas.

Desde hace mucho tiempo el Seamaster ha sido el reloj que me ha quitado el sueño, y eso que antes de ir seriamente a por él pasaron por mi muñeca infinidad de relojes de muchas marcas (principalmente de SEIKO) e incluso llegué a disfrutar de otro grial durante un tiempo: el SEIKO Marinemaster 300 (SBDX017), que me hizo olvidar un poco el Omega, aunque el Seamaster siempre estaba ahí, en mi mente… Así pues, a finales del 2019, tomé una decisión: me deshice de bastantes relojes de mi caja, el citado MM entre ellos y adquirí el Omega. Creo que ha sido la mejor decisión que he tomado desde que soy “aficionado” a este mundo de la relojería. No implica que las otras decisiones fueran erróneas, pero creo que esta ha sido definitivamente la mejor.

Desde que lo tengo, el Seamaster es el reloj que más tiempo ha pasado en mi muñeca y eso que tiene algunos rivales bastante dignos en la caja: Longines Legend Diver, Hydroconquest y Conquest, Oris Aquis y algunos más, pero “el Seamaster es el Seamaster”.

Antes he dicho que el Seamaster era mi grial. Lo era, y lo sigue siendo, por varios motivos, pero dos de ellos son destacables.

En primer lugar, mi padre tuvo uno durante muchos años, un reloj que actualmente, y por desgracia, poseo yo. A mi padre le recuerdo con dos relojes. El primero era un Seiko 100 Sports Ana-Digi de caja cuadrada, de acero con detalles dorados, y del que tengo la dotación completa: caja de cartón, caja del reloj, almohadilla, libreto, e incluso la factura de compra de la Relojería Suiza en Palma. El segundo era un Omega Seamaster Omegamatic que se compró en 1998 y del que también tengo toda la dotación: caja, tarjetas, y la factura de una revisión que le hizo en el 2006 en la ya desaparecida Relojería Española, situada en la Plaza de Cort de Palma.

Este Seamaster es un reloj curioso, ya que solo se fabricó desde 1997 hasta 1999, y monta un novedoso calibre ETA denominado “Auto-Quartz” que el fabricante suizo desarrolló para competir con el sistema Kinetic de SEIKO y que funciona de forma muy parecida: una masa oscilante va cargando un acumulador que alimenta un circuito de cuarzo. Esta tecnología también se montó en algunos modelos de Swatch y de Tissot, si no recuerdo mal. Aunque al cabo de poco Swatch Group (propietario de Omega y de ETA, entre otras) terminó abandonando esta tecnología por culpa de problemas de fiabilidad, de los cuales la unidad de mi padre es “sufridora”. Pero volviendo a mi historia, recuerdo muy bien a mi padre llevando este Omega durante muchos años, con su característico brazalete y un tamaño de 38 mm, acorde a los gustos de la época. A partir de ahí la marca Omega y el Seamaster en concreto empezaron a calar en mi conciencia.

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En segundo lugar, el otro motivo de mi devoción por el Seamaster y por Omega en general es porque soy un fan empedernido de James Bond, tanto de las películas como de los libros. Soy consciente de que el reloj “original” del famoso agente secreto es un Rolex, ya que así fue concebido por su creador, Ian Fleming. Con un Rolex (Submariner) apareció Sean Connery metido en el personaje de Bond en las primeras películas de la saga, así como Roger Moore y Timothy Dalton.

Dicho esto, yo crecí con el Bond de Brosnan y este llevaba un Seamaster en su muñeca. Una relación, Omega/Bond, que continúa hasta el día de hoy con el actor Daniel Craig, que en su primera película como Bond, Casino Royale, protagonizó una de las escenas de “product placement” más deliciosas que recuerdo. Se trata de la escena en la que Bond se encuentra con Vesper Lynn (Eva Green) en un tren camino a Montenegro. A mitad de un genial diálogo, Vesper le pregunta a Bond si lleva un Rolex y Bond responde con un escueto “Omega”, a lo que Vesper replica “precioso” (en la V.O.). Para mí es una de las mejores escenas publicitarias que he visto en una película y de las más elegantes, dando la imagen de que Bond no es uno de esos “ex-agentes de los servicios secretos de sonrisa fácil y relojes caros” (como podría ser un Rolex) tal como aventura Vesper, sino que tiene personalidad propia llevando un Omega.

¿Pero por qué lo de “el reloj definitivo” del título de este artículo? Pues porque para mí lo es, y no solo por los motivos que he expuesto anteriormente, sino también por lo que es la pieza en sí. La versión que poseo es la de transición entre el clásico “olitas” azul original, con movimiento de cuarzo y posteriormente el calibre automáticoETA 2892-A2, y los nuevos “olitas” con movimiento manufactura co-axial 8800 que salieron en 2018. Se trata de la referencia 212.30.41.20.01.003 que monta ya bisel cerámico y el calibre 2500 co-axial, con un diámetro de 41 mm y brazalete de 20 mm de ancho, y una preciosa esfera negra, lisa y lacada, sin las clásicas “olitas”.

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Fuente: https://monochrome-watches.com/omega-co-axial-escapement-technical-perspective/

Mi unidad es del año 2015, cuya versión del calibre 2500 es la última que se realizó, la D. Según he leído, es la mejor de todas, ya que solventaba todos los problemas de funcionamiento y fiabilidad de versiones anteriores. El 2500 se trata del famoso movimiento ETA 2892-A2 al que se le incorporó el escape co-axial desarrollado por el relojero George Daniels y que al principio daba problemas de fiabilidad. Por eso le tuvieron que bajar las alternancias de 28.800 a 25.200 vph, ya que no afectaba a la precisión para nada pero lo hacía más estable, además de proporcionarle unas estupendas 64 horas de reserva de marcha, frente a las 42 que tenía anteriormente. También he de decir que la última versión, la D, está tan modificada que lo acerca “peligrosamente” a ser un movimiento manufactura.

Para mi no solo es “el reloj definitivo” por el calibre, sino también porque considero que es la versión más equilibrada de las que ha sacado Omega del Seamaster Professional 300 Diver, tanto por dimensiones como por prestaciones y movimiento. Los 41 mm lo hacen un reloj de tamaño contenido y muy cómodo de llevar. Al no ser muy alto se puede llevar perfectamente con cualquier tipo de atuendo. El movimiento está a caballo entre uno estándar (el 2892-A2 en el que se basa) y los nuevos 8800 de manufactura, lo cual hace que pueda ser revisado y reparado por un relojero independiente, sin la necesidad de pasar obligatoriamente por el SAT oficial y sus consecuentes tarifas.

Estéticamente es un reloj muy discreto y polivalente, que puede funcionar perfectamente como único reloj para cualquier ocasión y además es muy bonito. Me gusta mucho el detalle del logo de la marca aplicado a la esfera, cosa que no tienen ni el “olitas” clásico ni los nuevos de manufactura. Es un reloj reconocible también gracias a ese a veces “odiado” brazalete, aunque a mí me encanta y creo que le da mucha personalidad al reloj, además de ser muy cómodo. Quizás la única pega del brazalete es que el cierre no lleva micro ajustesa, pero lo compensa con dos medios eslabones que ayudan a adaptarlo a la medida deseada. También se le pueden adaptar dos cierres, con tres y seis puntos de micro ajuste, respectivamente de otros modelos de la marca.

Más allá de las características técnicas del reloj, nos encontramos con la marca en sí, Omega, una maison con mucha historia y con alguno de los hitos más importantes de la relojería en su haber. Yo pienso que es injustamente tratada a nivel de foros y de aficionados, básicamente porque se insiste una y otra vez en compararla a todos los niveles con Rolex; cosa absurda bajo mi punto de vista, ya que ambas marcas tienen su propia historia y su propia personalidad. Por eso no voy a entrar en el absurdo debate de si una es mejor que otra. Para mí son iguales, cada una con sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo que sí que pienso es que Omega es una marca más “discreta” que Rolex, si se me permite la licencia. No despierta esas pasiones, tanto a favor como en contra, como sí hace la marca de la corona. A pesar de no despertar pasiones enfrentadas, que puede ser bueno o malo, según se mire, Omega es una marca con suficiente reconocimiento social y prestigio como para cubrir esa necesidad del que dirán o pensarán los demás, si sufrís de ello…

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Para finalizar, sólo añadir que estoy muy contento y orgulloso de poseer un reloj como el Omega Seamaster Professional 300 Diver. Desde que lo tengo siempre he tenido la sensación de que perfectamente podría vender el resto de mi colección y quedarme sólo con él, emulando con ello a mi padre y su Omega. Pero la carne es débil y el aficionado a la relojería lo es más. Aun así, este reloj se ha convertido en mi reloj de cabecera por todos los motivos que he expuesto anteriormente.

12 comentarios en «Omega Seamaster 300 Professional Diver: El Reloj Definitivo»

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